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Antes de entrar a la universidad tenía claro lo que quería, ser el mejor en la facultad de Derecho para que en el futuro el Bufete de su familia sea la líder de las cadenas de abogados, no era difícil conseguirlo, porque tenía la inteligente necesaria para desempeñarse en ese campo como su sangre dicta; su popularidad y genialidad le abría muchas puertas y oportunidades que seguro iba a necesitar, por eso mismo tenía a todos a sus pies.

Disfrutaba de esa popularidad, pero tenía muy claro los límites de mezclar su vida privada, él repudiaba los dramas y los escándalos, así como relacionarse con personas que solo querían algún beneficio de él por su posición, mismo que lo hacían ser alguien reservado a su vida.

Por eso solo se limitó a ese bar donde solía asistir para disfrutar de su juventud con música, bebidas y parejas de una noche sin compromiso, en ese lugar donde nadie lo conocía y no les interesaba conocerlo. Todo cambio cuando detectó a una persona que era igual a él, un chico arrogante y solitario que asistía frecuentemente al bar, al principio no le agradó, pero después tuvo curiosidad por él. Un simple saludo empezó una rara amistad donde podían platicar horas sobre temas sociales y científicos, así como escoger parejas potenciales. En esos escasos años ambos supieron demasiado de ambos; no imaginó que ese chico le contara sobre su solitaria vida y que conociera sobre muy acomodada vida, por eso lo consideraba su único amigo.

Su amistad rondaba bien hasta que en una conversación le mencionó que se había enamorado de alguien, le contó sobre ese chico y cómo se sentía, esperaba que Hoseok lo apoyara o incitara a seguir esos sentimientos, pero fue lo contrario. Su amigo no le creyó y se atrevió a ofender a su algodón de azúcar, sabía que su amigo carecía de entender esos sentimientos, pero no le daba el derecho de criticar los suyos, por eso desde ese día no lo volvió a hablar hasta que el orgullo de uno de los dos cayera.

Los dos eran tan parecidos.

No volvió a su amigo, ni tampoco a ese bar, porque si estaba enamorado, perdidamente enamorado. Quién imaginó que el gran Min Yoongi, hijo de una las familias más ricas de Seul, el heredero de uno de los Bufetes de abogados más prestigioso de la ciudad, aquel chico rubio que gozaba de buen físico al poseer una reluciente piel blanca, cuerpo corpulento sin mostrar músculos definidos y venas verdes que se extendían en su cuerpo cayera flechado por alguien.

No sabía si se trataba de amor, porque en realidad era la primera vez que se sentía de esa manera y todo por mirar a esa persona, una explosión de sentimientos llegaba cada vez que pensaba en él y su corazón latía como un loco cuando lo veía, pero en vez de comportarse como aquel chico conquistador del bar, sucedía lo contrario y terminaba por comportarse como una damisela en aprietos cuando ese chico se encontraba cerca, porque no era capaz de hablarle.

Recuerda ese día cuando lo conoció, esa mañana le tocaba presentar un caso complicado por lo que recurrió encerrarse en la sala de juicios orales, con el fin de concentrarse allí gracias a que el lugar era espacioso y silencioso. Se colocó en uno de los cubículos de madera que estaban en el inicio de la sala, mismo que podía taparlo de la vista de alguien que entrara, el lugar era acogedor e idóneo para estudiar. Llevaba estudiando durante una hora hasta que el abrir de la puerta lo distrajo, no le importó quién iba a entrar para que alzara la mirada, pero después se dispuso a ver quién era la persona que vino a interrumpirlo. Un chico agitado de cabellos negros entró cuidando de que nadie lo haya seguido, estaba un poco asustado; ese chico escaneó el lugar con la mirada a lo que el mayor se escondió de inmediato en la madera para no ser visto, ni supo porque lo hizo, cuando volvió su mirada lo encontró suspirando de alivio y caminar en la mesa en frente de él.

¿Qué hacia un chico debajo de la mesa?

Aquel pelinegro se acomodó en el lugar y buscó dentro de su mochila, sacando un paquete de galletas que abrió para comerlas. Supuso que era menor que él, porque no lo había visto en los de su generación, su mirada se fue a esas mejillas rojas y a esos gruesos labios que devoraban esa galleta, era demasiado lindo. Después que se acabara las galletas pasó a comer una paleta dulce que hacía que se lamiera los labios.

"¡Diablos el chico era la perdición!"

El tiempo pasó y el menor se dispuso a dormir debajo de la mesa, él como tonto se quedó velando su sueño mientras intentaba estudiar su caso.

"Demasiado hermoso durmiendo"

Después de una hora el peli negro se despertó, levantó y se marchó del lugar. Allí pudo respirar de nuevo como si algo lo retuviera cuando el chico de bonitos labios estaba.



Lo buscó una segunda vez para comprobar eso que surgió dentro de él, y agradeció a su suerte, porque tuvo la dicha de topárselo de nuevo; sonrió al verlo escondido atrás de una columna del jardín de afuera comiendo con sus bonitos labios. Esa parte se volvió parte de su rutina, buscarlo y encontrarlo en la universidad, escondido en algún lugar, parecía que el chico solo perdía el tiempo, ya que no entraba a clases en esas horas y solo se dedicaba a leer o comer.

Gracias a ese hábito y sus muy pequeñas influencias pudo saber más cosas sobre él, como el que estudiaba danza contemporánea, misma que practicaba esos hermosos movimientos varias horas casi al anochecer en una sala de ensayo; el cómo le gustaba devorar los pasteles de queso, así como de poseer un único amigo. También pudo darse cuenta que tenía problemas con varias personas, bastantes para decirlo mejor, y en muchas ocasiones estuvo a punto de meterse cuando lo descubrían escuchándolos, pero esas situaciones no pasaban a mayores con la suave voz de su peli negro decir "Mis labios no hablan, no te preocupes".

No tenía la culpa que lo trataran como una escoria solo por ese raro habito en refugiarse en lugares acogedores y que esas personas tengan una larga lengua haciendo que los escuchara, por eso le habían puesto el horrible nombre de sucia rata.

Entonces, la parte de evitar dramas, relacionarse con los demás y guardar su vida privada se fue al caño, porque ahora quería vivir esos dramas, relacionarse con los demás para que no tocaran a ese chico y quería que ese bonito formara parte de su vida privada, conocerlo y enamorarlo.

Pero aquella timidez, el de ponerse nervioso como una gallina y a veces ponerse indiferente como un chico malo tratando de lucir normal no se lo permitían. Aparte que no tenía confianza de gustarle. Su pelinegro también era desconfiando con todo y con el único que se abría era su amigo que estaba jugando con su ex amigo.

Deseaba tener el valor suficiente para hablarle, conquistar a su algodón de azúcar y hacerlo su hermoso novio, pero por algún motivo todos esos sentimientos y sensaciones eran nuevos no sabiendo qué hacer.

Su padre no lo iba a aceptar, pero poco le importaba.



Caminó en la universidad, pero esta vez no pudo encontrarlo, suspiró decepcionado y entró en la sala de juicios orales que tenía la dicha de tener la llave por ser vicepresidente.

Se acomodó en su lugar habitual hasta encontrarse con un detalle sobre esa mesa, eso era imposible, casi nadie tenía acceso a ese lugar y tampoco sus conquistas eran de ese tipo, un poco incomodo observó el detalle. Se trataba de una leche de plátano con una nota con pollitos bebés alrededor.

—Quién usa una nota muy infantil -observó la bonita letra y leyó.

"Para: Yoongi

Hola, me pareces un chico genial y quisiera conocerte.

Soy alguien tímido, por eso me atreví de esta manera.

¡Solo suerte en el día!

Tu admirador secreto".

Iba a tirar esa nota, pero algo le hizo no arrugarla y desecharla terminando por guardarla.



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Awww

Hola Hola 

Ah Si saben de quien se trata el enamorado de Yoongi? la manzana de discordia entre Hoseok

Gracias por leer y votar terrones de azúcar.

Ah Feliz Suga Day je (creo que publiqué esto en el cumpleaños de Yoon jaja)

Rabitta



Enseñando al Nerd (HopeV)Where stories live. Discover now