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"Maestro Ho"

Su corazón se agitó por aquella sorpresa, sus manos se volvieron ansiosas por tomar ese aparato, pero se detuvo cuando en su mente llegaron los últimos sucesos decidiendo alejarse de allí y sentarse en la cama esperando que aquel celular dejara de mostrar ese nombre. Se quedó observando cómo la luz destellante y la vibración contra su mesa se hacían más intensas, parecía una tortura impuesta por él mismo el estar mirando, hizo un quejido de desesperación por ser tan débil al no despegar sus ojos de allí, por lo que tuvo que tirarse en cama para agarrar una almohada, esconder su rostro y dejar de ver las llamadas entrantes, quería que se detuviera pronto.

La tortura no cesó en su mesa, no supo cuántas veces tuvo que intentar distraer sus pensamientos para olvidar lo que sonaba discretamente en su mesa, apretó la almohada desesperado que el tiempo este pasando y que no se detuviera. Levantó levemente sus ojos hacia el reloj de pared para darse cuenta que habían pasado más de 15 minutos, ya no sabía qué hacer. Sus nervios crecían, su cuerpo picaba por contestar y sus pensamientos estaban de nuevo en ese celular.

"¿Acaso no se cansa?"

"¿Y si es una emergencia?"

Fue suficiente razón para que su enojo se debilitara, se paró de inmediato por ese último pensamiento y se acercó a su mesa que aún reflejaba ese nombre.

—No diré nada... solo escucharé... solo.

Agarró su celular con su corazón palpitando y sus manos sudando temiendo cometer un error en deslizar el nombre de la pantalla o que se cayera de sus manos, tragó saliva decidido y tomó la llamada. Cerró los ojos como si esto contribuyera en ocultarse de la persona detrás del celular, la colocó temerosamente en una oreja esperando que se escuchara una voz del otro lado, pero fueron segundos donde no se logró escuchar algún sonido. Abrió los ojos con una clara preocupación creciendo al no escuchar su voz, pasó el celular en la otra oreja para hablarle y saber qué sucedía, antes que sus labios emitieran una voz se escuchó un quejido.

—Taeee... lo siento... lo siento, por favor responde —su voz se escuchaba congestionada, adormilada y ronca, por lo que el castaño supuso que estaba alcoholizado —Estoy preocupado por ti... No quise decirte eso, no quise lastimarte. Eres muy preciado para mí, niño bonito, si quieres puedes golpearme, pero no me ignores... yo quiero abrazarte.

La última palabra hizo que un cosquilleo recorriera su espalda y que la temperatura subiera a sus mejillas, mejor colgó la llamada temiendo sollozar allí mismo, inseguro que esas palabras eran las que quería escuchar en todos esos días. Se sentó en su silla mirando el suelo, de repente se vio levantarse para tomar un abrigo, sus zapatos y esa llave con una cuerda roja. Estaba haciendo una locura, pero él quería comprobar que esas palabras fueran ciertas.

Salió de casa, tomó un taxi que lo llevó a la entrada de la casa de madera en minutos, colocó la llave abriéndola en un momento, dio unos pasos sigilosamente que retrocedieron al instante sabiendo que era una estupidez querer escuchar y perdonar al chico que se burló de él y de su debilidad, no, debía de escuchar de su boca sus palabras y el por qué lo hizo, así que avanzó directamente a las escaleras de madera.

Llegó a la puerta del conocido ático donde creyó que estaría, agarró la perilla sin girarla, aguardó unos segundos, tomó aire y la giró. La puerta se abrió un poco observando un pelinegro acostado boca abajo con una almohada como respaldo, mirando su celular con un puchero en su boca. Sus cabellos estaban revueltos y sus labios rojos hechos un desastre por el alcohol, se preguntó si volvió a ese bar que tanto le hablaba y sí lo había hecho.

—¿Tuviste sexo? —dijo precipitadamente en voz alta con la suerte que el pelinegro lo escuchara, se sentara y lo observara de pies a cabeza hasta reconocerlo. No debió ser tan obvio porque ahora ya no sabía qué hacer ante esa mirada.

Enseñando al Nerd (HopeV)Where stories live. Discover now