Prólogo

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La casa es fría.

No.

El bosque fuera de la casa lo es. Sin embargo, ni siquiera el fuego de la chimenea logra mantener a raya la neblina que se cuela por la ventana que Eddy mantiene abierta. Él y Evan aman este lugar. Siempre que venimos están tan ansiosos por salir al bosque a correr y a revolcarse en la tierra.

A mí no me gusta ensuciarme ni deambular por el bosque. Así que mientras ellos salen a jugar con papá yo me quedo con mami, ella teclea en su computadora, escribe historias sobre y para nosotros. Me gusta escucharla escribir frente al fuego, ambas cubiertas por mantas que papá trajo.

Pero también quiero jugar y pasar tiempo con ellos. Yo nunca lo admitiría frente a mis hermanos pero...me pongo celosa cuando después de un largo día gastado afuera llegan a contarme todo lo que hicieron y cuanto se divirtieron. Sobre todo cuando sé que aunque papá me asegure todo el tiempo que le gusta jugar a las princesas conmigo, él prefiere ir a ensuciarse y correr en el bosque junto a mis hermanos.

Eso me entristece mucho, por lo que cuando Eddy me pide jugar afuera acepto.

— ¿Estas segura, mi estrellita de mar? —mamá me mira como sabiendo lo que pasa por mi mente y eso me asusta.

— Sí.

Mami se levanta y se acerca a Eddy, la escucho susurrarle que vaya por un abrigo y aunque mi hermanito se queja, mami no cede.

Cuando Eddy va a su habitación mami me mira.

— No tienes que demostrarle nada a nadie ¿sabes? —besa mi frente—. Y no tienes que forzarte a ti misma a hacer cosas que no quieres.

— Mami...

— Ariel —me detiene—. Tienes que saberlo, todos somos diferentes, aunque lleves la misma sangre que tus hermanos, ninguno de ustedes es igual.

— Soy débil —musito avergonzada.

La escucho suspirar.

— No lo eres, mi estrellita de mar —sujeta mi rostro con suavidad, me gusta que haga eso—. ¿Por qué lo dices? ¿Por no poder levantar los troncos que tus hermanos levantan? ¿Por no poder ver más allá de los árboles y la niebla? ¿Por no ser tan veloz? —ella niega—. Mi amor, nada de eso importa. La verdadera fuerza está aquí —coloca su mano en mi pecho—. La verdadera fuerza implica lo que eres como persona —sonríe—. Yo te conozco. Conozco tu feroz corazón. Conozco lo gentil que es tu alma. Tú no eres débil, hija —asegura—. Nunca siquiera podría pensar en esa palabra para describir cualquiera de tus aspecto. Nunca.

Eddy sale de su habitación con su chaqueta color verde y un gorro color negro.

Mis ojos van hacia los de mamá.

Sus palabras me han hecho estremecer, la forma en la que ha hablado sobre es mí fue como si hablara de una heroína. Me hace sentir una.

Ella tiene razón, yo no debería enfocarme en esas cosas, son totalmente secundarias. Lo que realmente me importa es pasar tiempo con mis hermanos y con papá.

— Agárrale la mano a tu hermana, Eddy —le dice mamá mientras ella toma mi otra mano libre.

Mami nos guía por la cabaña hacia la puerta trasera. Cuando salimos la visión del bosque me produce miedo pero no permito que me detenga, ya hemos hablado hasta el cansancio con mamá y papá sobre lo que es el miedo.

Ni papá ni Evan están por algún lugar visible.

Mami llama a papá por su nombre y apellido con fuerza, pero sin gritar.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now