Capítulo 10

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En el auto, después de que mis padres intercambian una mirada, papá cede.

Entonces me cuenta lo que sabe sobre un hombre llamado Zachcarías Losher. Nadie sabe con exactitud su origen, nadie sabe si posee magia o algún don sobrenatural. Se sabe que es inmortal por la cantidad de tiempo en la que su rumor ha corrido. Antes papá era el único mágico inmortal conocido, hay solo pocas historias de algunos otros, pero no hay huella de ellos. Zachcarías es el otro.

Según mis padres es un hombre astuto y persuasivo al hablar, dicen que quien lo escucha lo quiere seguir porque habla con tanta convicción y pasión que aunque lo que diga sea atroz, su don es la palabra. Desde sus inicios busco como aliados a la raza más grande conocida en la historia, los humanos. Él hizo de ellos sus seguidores, cazadores, asesinos y cómplices. Hizo que cazaran mágicos y los mataran en hogueras, haciéndolos creer que lo que hacían los salvaría luego en su hora final. Mató brujos, ellos eran su especialidad, sus mayores contrincantes y a los que quiso acabar primero. Pero al esparcirse el rumor de que estaban quemando mágicos, los demás comenzaron a alzarse y el hombre se escondió en las sombras.

La gente cree que hacía esas atrocidades solo por la envidia y el deseo de ser el más poderoso en el mundo mágico. Quería generar miedo y lo logró, quiso oprimir y lo logró. Pero todos tienen un punto de quiebre y cuando los oprimidos se cansan eso es peligroso. Zachcarías soltó la correa, pero solo para ajustarla años después.

Hace poco comenzó a cazar a los mezclados. No es de extrañar que un hombre con pensamientos y doctrinas tan antiguas se sintiera ofendido y asqueado por las mezclas. Pero no ha vuelto a aparecer personalmente dirigiendo una matanza, la verdad, sospechan que sus seguidores lo están haciendo, y la facilidad con la que matan y desaparecen es lo que está desesperando a los mágicos.

Los mágicos quieren comenzar una caza, pero el alfa teme que con eso puedan despertar un poder demasiado grande para manejar. Los guerreros quieren atacar directamente a la yugular, pero saben que será imposible con tantos músculos impidiéndolo.

En pocas palabras, no quieren que la gente estorbe a la hora de atacar, una persona no entrenada podría cometer errores o morir fácilmente. Ahora entiendo su punto, pero creo que subestiman demasiado su comunidad, es decir, desde el instituto me están entrenando y no solo para manejar mi potencial físico, sino también mágico. La fuerza física no es la única arma para explotar.

La magia bien aprendida también es letal.

El recuerdo de la bruja que lanzó la llamarada de fuego al cielo con tal furia en sus ojos viene a mi mente. Nadie debería estar encerrando a esa mujer por protestar, la manada entera debería estar de rodillas pidiéndole que se una a sus fuerzas para cazar.

— ¡Eso es, Rowclay! —elogia el entrenador cuando le hago un Agarre a Mitch y luego lo tumbo.

Desde que escuche esa historia me he esforzado al máximo con mi entrenamiento, si los seguidores llegaran a Gardeen...

— ¡Sin mordidas, Mitch! —gruñe el entrenador al ver a Mitch mostrarme sus colmillos.

No dejo que me intimide ni entro en pánico. Solo continúo intentando retenerlo.

Mitch se suelta y recibe con valentía mi Patada en el centro de su estómago, entonces golpea mi rostro y pierdo el equilibrio.

— ¿Crees que dejare que me ganes, Ariel? —con una patada hace que mi cuerpo gire, respiro con dolor—, ¿Crees que...—acerca su rostro al mío—, dejare que un chica débil me gane?

Escupo la sangre acumulada en mi boca a su rostro ganando unos segundos a mi favor, barro sus piernas haciendo que caiga al suelo y pongo mis manos alrededor de su cuello.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now