Capítulo 36

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La Solis perdida. He escuchado antes sobre eso, en una historia contada en un canto, Libriana solía cantarla y la recuerdo muy bien porque Kort siempre la reprendía por ello. Es una canción de terror, con sangre, traiciones y miedo.

Mientras el fuego las consumía…—murmuro recordando.

Otra más se escondía, bajo un manto de las mentiras —continúa la mujer de la playa—. Solis perdida, cobra cada vida que tu sangre grita, grita, grita —ella suelta una melodía triste pero afinada, entonces nos sonríe a todos—. Así que han escuchado de mí —hace una reverencia y le giña un ojo a mi padre—. Sé que están confundidos, pero por ahora no puedo dar más detalles, Zachcarías Losher tiene oídos en todos lados —mira a la puerta tras mi padre—. Mi prioridad ahora mismo es ver al cachorro que saqué.

Eddy.

Ella sacó a Eddy de la casa.

Un nudo en mi pecho se tuerce con rudeza. Mi padre está sin palabras, pero no parece listo para ceder y dejarla entrar, quiero decirle algo, pero nada sale de mi boca.

—Fue Boyd quien sintió el incendio —informa Johan hacia mi padre llamando su atención—. Cuando llegamos ya todo estaba sumido por las llamas, Ivonnet había logrado sacar a Eddy y estaba curándolo, ella, Boyd y otros mágicos controlaron el incendio mientras que Eddy era traído aquí.

Mi padre la mira y ella no aparta la mirada como lo haría cualquiera.

—¿Cómo fue que llegaste primero allí? —interroga en voz baja.

—Estaba de paso, escuché sobre el revuelto que estaba causando ese hijo de puta por aquí…Pero lo que realmente me hizo llegar fue el lamento del bosque, no todos pueden escucharlo, ese don me pertenece —su rostro por primera vez parece afectado—. Le estaba haciendo daño, yo lo sentí, lo escuché…Si encontraba al responsable no iba a salir vivo de nuestro encuentro.

Sus palabras me hacen pensar en la noche que pasé con Boyd en el bosque, cuando me hizo tocar un gran árbol para que sintiera su vida, su corazón. Un apretón en mi muñeca me hace saber que Boyd está pensando en exactamente lo mismo.

Mi padre asiente y se hace a un lado.

—Solo ella y el niño curandero —le dice a Johan con advertencia.

Una suave aclaración de garganta nos hace detenernos de entrar a la habitación. Es la enfermera gentil.

—La señora Walker ha despertado.

Papá y yo nos miramos, solo eso hace falta para ponernos de acuerdo.

*****
Cuando mi madre me ve entrar automáticamente extiende su brazo sano hacia mí. Su calor maternal hace que me duela el alma, me hace sentir incapaz de decirle todo lo que pasó con Eddy.

—¿Estás bien, estrella de mar? —pregunta con desespero—, ¿Qué pasó? ¿Dónde está tu padre?

El nudo en mi garganta me impide hablar y me siento tan inútil. Me obligo a tomar una respiración profunda y lo intento, realmente lo hago, pero nada sale de mí. Por mi expresión mi madre descubre rápidamente que algo va mal.

Al borde de colapsar es Boyd quien decide hablar, él me ha acompañado y es él quien le da la noticia a mi madre. Su rostro se descompone en una forma tan devastadora que no puedo seguir viéndola, mi atención va hacia Boyd, quien cuenta lo que sucedió con lentitud y en voz suave. Le dice que sintió el incendio como se siente el ardor en una herida, él se lo informó de manera inmediata a Johan quien los puso en marcha. Cuando llegaron Ivonnet ya tenía a Eddy afuera, con una mano estaba sanándolo y con la otra trataba de controlar el incendio.

—Mi pobre bebé —comienza a llorar desconsolada, provocando el llanto también en mí—. Quiero verlo, necesito verlo…

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now