Capítulo 40

3.8K 550 69
                                    

Pasan cuatro días hasta que recibimos una llamada de mi madre, ha llegado bien a su antiguo hogar y está comenzando a contactar a sus fuentes. Sin embargo, nos adelantó que durante su viaje habló con personas locales, estas le contaron sobre un hombre que predicaba en casas de adoración en algunos pueblos. Dijeron que tenía a mucha gente arrodillada y llamándolo “su salvador”.

Los tiene en la palma de su mano.

Después de su llamada papá se intranquilizó, aunque desde que ella se fue está así, intranquilo, molesto, triste. Nadie se atraviesa en su camino últimamente, no le hablan, ni lo cuestionan. Nadie quiere ser receptor de todo ese cumulo de nostalgia y miedo. Eddy intenta mantenerlo ocupado, cuando no está con Johan o Ivonnet discutiendo estrategias, mi hermanito lo hace practicar con él y Libriana.

En estos momentos está con él, es por esa razón que estoy aprovechando para escaparme un rato con Boyd. Él aceptó mi propuesta de escoger otro día para su cumpleaños pero aún no sabe cuál.

—¿Quieres algo en especial?

Quiero que sea feliz y que podamos olvidarnos de todo por un rato.

—Solo quiero que estés conmigo —responde bajito, va más adelantado, toca los árboles y olfatea en busca de algo en específico—. Hemos estado muy distanciados y me gustaría poder conversar contigo sin apresurarnos.

Sonrío enternecida. Yo también quiero eso.

Desde que acepté usar la chaqueta de Inteligencia y por lo tanto, convertirme en su prospecto, Johan me ha hecho entrenar mucho más, nos enfocamos sobre todo en mi problema con los cuchillos, también me deja ejercicios para practicar con Wanda y los chicos. Hoy me ha dejado otra tarea importante y ha dejado a mi elección el tutor.

Intento saltar sobre una raíz y caer de pie, pero el movimiento me hace recordar el dolor agudo de mi espalda. Cuando caigo las piernas me tiemblan y dejan de sostenerme.

Boyd mueve su cabeza en mi dirección y niega con una gran mueca.

—Te dije que me esperaras en la casa —tantea el suelo con su rama, con un movimiento de su mano siento que algo me eleva. Me pone de pie con suavidad—. Tus músculos están cansados, tienes que descansar —murmura con tono desaprobatorio.

Se gira y se inclina para hurgar en el suelo, busca entre unas flores que no conozco.

—Enséñame —pido de golpe.

—¿Qué? —cuestiona, lleva lo que toman sus manos a su nariz, guarda lo que considera servirá y deshecha lo demás.

Mi corazón se acelera nervioso.

—Enséñame sobre magia.

Se levanta sonriendo.

—Te digo que tienes que descansar y tú… ¿me pides que te enseñe magia?

—El único lugar donde aprendía sobre eso era en el instituto y ahora está cerrado por seguridad —le recuerdo—. Johan dice que si quiero impresionar a Inteligencia no puedo olvidar eso y solo concentrarme en mi forma de pelear. Además…—dudo—. Zachcarías depende de la magia, quisiera…

—No, no quieras aprender magia por él, Ariel —pone esa expresión en su rostro, esa que solo aparece cuando se molesta, realmente—. Tú no vas a estar cerca de él nunca. No tienes que preocuparte por ello.

Tomo nota mental de no volver a mencionarlo, no me gusta que solo su nombre lo haga empalidecer.

—Enséñame, Boyd…Pasaríamos más tiempo juntos.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now