Capítulo 22 parte ½

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"La fiesta"

Era mi primera fiesta según Wanda.

Yo le había contado mi experiencia en las que yo consideraba fiestas, pero ella me dijo que fiestas en el instituto no contaban, mucho menos pijamadas, ni siquiera cumpleaños supervisados por cinco adultos y cuyos invitados son solo siete personas.

En conclusión, no tenía ni la mínima idea que esperar, solo podía esperar lo mejor.

Afortunadamente Wanda logró convencer a mis padres de que me dejaran ir, no fue fácil, pero la insistencia con lo que lo hizo resulto demasiado insoportable, incluso para papá, quien me dijo una serie de reglas a seguir, Wanda le prometió que yo las cumpliría. Le dio su palabra.

Pensé que bromeaba.

Pero ahora es ella quien me está dictando reglas.

— No aceptes absolutamente nada de nadie —su voz es irrefutablemente seria, casi amenazante—. De las únicas personas que te vas a fiar es de mí o de los chicos ¿de acuerdo?

Asiento algo aturdida.

Ella continua moviéndose por la habitación en ropa interior, ambas lo estamos. No hemos sido capaces de escoger nuestros atuendos.

— En cualquier situación en la que nos perdamos de vista, vas a buscar a alguien de nuestro grupo —vuelve a hablar sacando un vestido rojo, le hace una mueca y luego lo tira al suelo—, si alguien se ofrece a llevarte con alguno de nosotros no lo sigas, aléjate.

— Se me están quitando las ganas de asistir a esta fiesta, Wanda —bufo con sinceridad—. Me da algo de miedo todas estas reglas, prácticamente me estás diciendo que no despegarme de ustedes.

La escucho suspirar.

— Lo sé, no quiero asustarte —se mete en un short alto—. Ni tampoco que pienses que te llevare a un matadero, somos solo chicos de instituto, pero algunos pueden perder los estribos y mandar su razonamiento a la mierda, después de todo, más de uno con sangre animal estará allí —me mira—. Todo puede salirse de control en un micro segundo y es mejor que estés cerca de nosotros —le lanzo una blusa de lentejuelas negras que pienso que le quedara estupenda—. En cuanto a las otras reglas, ya lo sabes, es supervivencia básica, dementes pervertidos y sádicos hay en todas partes.

Lo dice por las reglas en las que ella y papá coincidieron.

— Claro, intentaré no entrar en pánico en cuanto esté allí —suelto con sarcasmo.

Ella ríe inspeccionándose en el espejo.

— Quiero que te diviertas y lo disfrutes —se acerca y me sujeta el rostro—. Que despejes tu mente de todo lo que te hace daño.

Intento sonreírle pero no lo logro.

No volví a ver a Boyd después de despertar, pero eso no significa que no esté entre mis pensamientos a cada segundo.

Me duele.

Y seguirá doliendo, esa es la verdad.

— Tus botas negras —sugiero para sus pies guiñándole un ojo.

Me levanto de su cama con una mueca, mi cuerpo duele también y mis manos están llenas de ampollas y cortadas sumamente dolorosas. Me las han vendado y para cubrir esas vendas Wanda me ha prestado unos guantes de cuero, parecen un chiste ante mi desnudes.

Frente al espejo no puedo evitar sentirme algo extraña por verme llena de moratones, no duelen como se ven, me han llenado de medicinas mágicas para ello. Pero nunca me había visto tan lastimada.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now