Capítulo 19

4.9K 649 81
                                    

Maratón 02/03 "Perla de Gardeen".

Dormir me ayuda, siempre y cuando no sueñe o tenga pesadillas, últimamente no sé diferenciar la una de la otra, porque mi mente hace escenarios, tan distintos a la realidad. Unos en los que soy feliz, Boyd me acepta y no hay hombres auto proclamados dioses. Sé que no se oyen como malos sueños, pero es lo que los hace hermosos lo que los convierte en una pesadilla.

Mamá y papá vienen cada tanto a revisar mi bienestar, mamá es dulce y comprensiva, trae té de jengibre y miel para "aliviar mi corazón", mientras que papá luce consternado, no sabe por qué actúo de esta manera tan afectada.

Mi teléfono ha permanecido olvidado en la gaveta de mi cómoda, no quiero verlo ni encenderlo, no estoy de humor para ello. Pero obviamente evadir a mis compañeros no es tan fácil como pensaba, han estado viniendo, pero no quiero verlos, me avergüenza. Mi madre los ha hecho irse amablemente dándoles el mensaje que le pedí: Estoy cansada, nos veremos el lunes. Claramente eso no sería suficiente para una chica terca como Wanda Spark.

Escucho como evade a mis padres en el piso de abajo y en menos de dos segundos está abriendo la puerta de mi habitación.

Su boca está abierta, congelada en lo que iba a decir, entiendo que mi aspecto la ha detenido. Mi padre aparece detrás de ella luciendo furioso.

— Déjala, papá.

Mi voz lo detiene de hacer cualquier cosa.

Wanda cierra la puerta y en un parpadeo está abrazándome, sus brazos me aprietan contra ella, me olfatea.

— ¿Qué rayos pasó contigo, Ariel?

Esa pregunta me hace querer derrumbarme otra vez, llorar y solo contarle la verdad que me persigue torturándome.

Él no me quiere.

Me detengo antes de abrir la boca y solo la abrazo dándole la bienvenida a su amistad.

Necesito esto ahora, quiero soltar todo sin censuras y sé que con ella puedo.

— Las paredes tienen oídos —susurro todo lo bajo que soy capaz.

Ella lo entiende de inmediato.

— Vamos a mi casa, necesitas tomar aire obviamente, haremos una pijamada que despejará tu mente —comienza a hacer planes separándose—. ¿Dónde hay un bolso? —ella se detiene unos segundos para observar mi habitación. Ella ya había venido antes, pero nunca había subido a mi habitación. Su mirada pasea con lentitud por mis posters y terminan en mi frasco de conchas marinas—. ¿Son de allá? —su mirada brilla.

Asiento levantándome, voy hacia el frasco y lo abro, el olor que desprende me hace recordar el océano.

Tomo una de las pequeñas conchas de un bonito blanco y se lo tiendo a Wanda.

— Sé que nunca has ido a Los Ángeles —mi voz suena ronca—. Pero esto es un pedacito de todo lo que representa para mí —Wanda recibe la concha—. Te lo obsequio.

Wanda sonríe cálidamente, parpadea rápido intentando desaparecer el agua que sorpresivamente se acumula en ellos.

— Gracias —busca mi mano y la presiona—. Ahora llenemos un bolso con todo lo que necesitas.

*****

Mis ganas de salir de casa son nulas, mis padres se muestran algo incomodos con la idea de que duerma en una casa ajena. Wanda se encarga de intentar despreocuparlos dejándoles el número de sus padres y su dirección, les deja saber que siempre son bienvenidos para acompañarnos. Al ver a mi papá tan dispuesto para hacerlo le pido algo de espacio. Inmediatamente da un paso atrás y me deja decidir.

Los Mestizos IIDove le storie prendono vita. Scoprilo ora