Capítulo 9

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Mis brazos están tensos a mi alrededor, la tristeza y decepción me tienen demasiado incomoda, deseo llorar y lanzar golpes a los rostros de la entrenadora y Boyd. Ambos me humillaron, ambos hicieron que me sintiera débil y estúpida. Aunque de Boyd me duele más, es extraño, no es como si fuéramos amigos, pero de alguna forma realmente me importa lo que piensa de mí. Y eso es una mierda.

Mamá suena el claxon de la camioneta cuando está justo frente a mí. Me levanto de la cera sosteniendo contra mi nariz una bolsa de hielo que me dio la enfermera. Mamá no se sorprende pues le explique por teléfono lo que sucedía. Lo que le dije fue algo más o menos así: "Mamá, un estúpido árbol apareció frente a mí y golpeé mi nariz, necesito que vengas por mí". Eso fue suficiente para ella, no hizo preguntas ni se quejó, simplemente dijo que estaría aquí pronto.

Mis padres siempre son así, nunca es necesario tantas explicaciones, solo un "Te necesito" o "Ven por mí", pero no era mi intención asustarla por lo que preferí decirle sobre el maldito árbol.

— Oh, mi estrellita de mar —se lamenta en cuanto subo al puesto de copiloto—. ¿Te duele mucho, amor?

— No tanto —acepto—. La enfermera me dio una pastilla para el dolor —suspiro colocándome el cinturón—. Tiene muchas pues nunca son necesarias —gruño con sarcasmo.

A estas alturas no tengo idea si cuando la enfermera dijo aquello fue con algún tono de burla o queja, creo que estaba demasiado abrumada por lo que acababa de pasar con Boyd que ni siquiera preste atención a ella.

— Debes tener mucho más cuidado cuando estés en el bosque, Ariel —ella retira la bolsa de hielo y hace una mueca cuando mira mi nariz—, ¿quieres que vayamos a un hospital?

— No —me quejo recolocando la bolsa—. Solo quiero alejarme de aquí, por favor.

— Está bien, amor.

Este día ha sido un asco, un verdadero asco. Me siento absolutamente avergonzada, no puedo dejar de pensar en las miradas de mis compañeros o en la forma en la que me habló Boyd. Es que fue tan...imbécil.

— Algo más sucedió ¿Cierto? —inquiere mi madre.

Niego sin querer decir palabra.

— Mentirosa —me acusa—. Si no sucedió nada por qué demonios te quejas como si hubieses mojado tus pantalones frente a toda la clase.

— ¡Mamá!

— ¡Ariel!

— No quiero hablar de eso, solo conduce.

Estiro mi mano y enciendo el reproductor, ruedo mis ojos y mi nariz duele un poco cuando quiero hacer una mueca.

Un audiolibro, por supuesto.

Mamá presiona el botón que expulsa el CD de su audiolibro acallando la voz suave.

— ¿Quieres ir al centro? Tenía planeado ir a la librería, luego podemos ir por unos helados ¿Qué opinas?

Helado, eso suena estupendo. De coco con sirope de chocolate como los que solía comer en L.A.

— Suena bien —contesto quejambrosa—. ¿Y papá?

— Fue a ver a tu hermano, creo que se reunirían con algunos miembros de la manada.

— ¿Por qué? —la miro de reojo.

— Bueno...solo quiere ponerse al día con los temas políticos, ya sabes, cosas aburridas —ríe, pero es ese tipo de risa que quiere disimular cosas.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now