Capítulo 50 parte 2

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La palabra entra, me recorre el cuerpo entero como una bala con espinas y choca contra la sensación desgarrada del vínculo. Como si la hubiesen tomado y arrancado de allí.

—¿Qué se siente, pequeño? ¿Te gusta lo que ves?  

Apenas puedo moverme, apenas puedo respirar. Ivonnet sigue lanzando descargas hacia su corazón, pero no despierta, no late por sí mismo.

—No —niego, arrastrándome hacia ellas—. No, no, no.

Está muerta. Todo me lo dice. Muerta, irreparable, quebrada.

—¡No te detengas! —le grito a Ivonnet, ella no puede atreverse a rendirse. No.

—Su corazón no responde, si continúo podría arruinarlo…

Para siempre.

Escucho la puerta, pero no puedo quitar los ojos de Ariel. Está tan pálida.

—¿Qué tiene?

Esa es la voz de Ariadna Walker.

Muerdo mi mano con fuerza hasta que mi sangre se escurre. Abro su boca sin aliento para que caiga dentro, para que entre en su cuerpo.

Soy vida —lloro—. Soy muerte —no lo soporto—. S-soy eternidad —golpeo el suelo con rabia. Ella no abre sus ojos, su corazón no late—. ¡Dale de tu sangre, Ivonnet!

—No puedo —a su lado está Ariadna, tirada en el suelo como dormida—. No podemos mesclar nuestras sangres, se volverán veneno.

Le sujeto el rostro con delicadeza, se ve tan pequeña, tan lastimada. Beso su frente.

—Vas a vivir, estrella de mar.

—Boyd…

No, precisamente él no puede hablarme ahora. Pero Johan hace algo más que eso, él…intenta tocarla, intenta alejarla de . No soy consciente de lo que mi magia le hace, no soy consciente que aparto a todos.

Sigo dándole de mi sangre, repitiendo las mismas palabras. Soy vida, soy muerte, soy eternidad.

Se supone que debería haber sido yo, nunca ella. Yo tenía que haber recibido ese golpe, yo me alejé, renuncié a ella para que esto no sucediera. Debí haber sido yo…

La sangre no funciona, no sirve. Ella no está agonizando, está muerta. Mi sangre no va a traerla de vuelta, ya está muy lejos. No hay forma de que un vivo pueda regresarla.

Acaricio sus mejillas.

—No te dejaré, estoy aquí —le susurro, no quiero dejar de tocarla, pero debo intentarlo.

Con mi propia sangre comienzo a dibujar un circulo a mi alrededor, me tiemblan las manos, todo movimiento me duele. Dibujo las marcas correspondientes de todos los lados del mundo y los puntos representativos de cada dios creador.

—Boyd —la voz de Ivonnet sale angustiada, sabe lo que haré—. No lo hagas, empeoraras las cosas —no la escucho—. Es celosa, si se entera….

La naturaleza es celosa, nuestra diosa lo es, pero ella me ha abandonado cuando más la he necesitado. Ella no va a ayudarme. Ella no moverá un solo dedo por Ariel o por mí. Buscaré a alguien que si lo haga, a cualquiera que esté dispuesto.

Cierro los ojos y la sensación de dolor, de haber perdido todo se intensifica. Es como si pudiera ver lo que sucede en mi interior, todo está derrumbado, hay sangre, fuego, espinas clavándose cada vez más y más profundo. Y ella no está en ninguna parte.

Hago el llamado, en voz baja, como si susurrara un secreto. La temperatura baja de inmediato, siento que todo se ha detenido, no escucho nada más allá de mi respiración.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now