Extra #8

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“Tú eres mi mitad”

Había actuado impulsivamente, no se arrepentía, pero deseaba haber sido más previsivo con respecto a todo lo que enfrentaría en Gardeen al llegar con una mujer y su respectiva familia.

Evan estaba sonrojado sin saber que rayos hacer, todos estaban silenciosos observando a las desconocidas. Por fortuna, cuando había llegado los únicos que estaban era su madre, Kortian y Eddy. Ellos ya eran suficiente presión.

—Entonces…—tosió Eddy mirando a Evan.

Sus invitadas estaban detrás de él, les estaba comentado que tendrían que quedarse en la casa de su familia mientras él les conseguía algo mejor.

—No queremos ser molestia —dijo Odett con voz firme, su acento marcado sonando en cada frase. Su pequeña mano sujeto su brazo y una corriente eléctrica lo atravesó—. Señor, creo que…

—Mamá, estás damas se quedaran con nosotros un par de días, vienen conmigo desde Pardon —la interrumpió Evan sin mirarla, desde el barco, no había querido mirarla demasiado.

Ariadna Walker no miraba a su hijo por explicaciones, miraba a las extrañas y a la pequeña bebé que llevaban. Reconocía ese brillo en los ojos de su madre, tenía ojos de artista, casi podía escuchar las palabras saltando en su cabeza describiendo a la increíblemente bella mujer.

Un ángel de cabellos rubios. Una diosa de mirada solemne.

—No hay problema, deben estar todos cansados —habló por fin caminando hacia ellos con una sonrisa—. Nuestra casa no es muy grande pero siempre tenemos espacio para quien lo necesite. Soy Ariadna —extendió su mano a la señora, quien con una sonrisa tensa correspondió su saludo—, él es Kortian y mi hijo Eddy —señaló a los mencionados—. Yo…eh…

—¡Iré a preparar las habitaciones! —se ofreció Kort—. Eduardo, muestra tu gentileza y trae unas bebidas calientes.

El pequeño Rowclay ni siquiera se quejó, desapareció en un parpadeo hacia la cocina. Era obvio, aquella era una situación demasiado incomoda, Evan también quería desaparecer y evitar las explicaciones.

—Siéntense, están en su casa —les pidió Ariadna—. Evan debe estar tan cansado que olvidó sus modales, me hace quedar mal —su madre le palmeó con fuerza el brazo para que reaccionara.

Evan vio a Odett parpadear, tenía el rostro tenso.

—No lo culpó, esta situación es realmente incomoda —contestó ella. Todo se quedó en rotundo silencio—. Me encuentro muy apenada con usted, es tan amable. Evan nos ha arrastrado a todos a esta situación y antes de que le diga cualquier cosa de mí déjeme presentarme yo misma —se escuchó una risa ser contenida desde la cocina. Evan sintió que sus orejas se estaban quemando—. Mi nombre es Odett Verterra, esta sanguijuela que traigo en los brazos en Massy, mi hija. Y mi señora madre, Ursula.

Una fiera de lengua afilada.

Evan sintió una mirada intensa sobre él, era Kortian, quien le hacía señas para que lo siguiera arriba.

—Eres muy hermosa —dijo Ariadna sin un poco de vergüenza—. Todas ustedes.

Escapó de allí escuchando como Odett comenzaba a contarle de una forma muy peculiar la manera en la que un soldado grosero le ofreció una mejor vida en una tierra desconocida.

Cuando estuvo fuera de los ojos de cualquiera se cubrió el rostro, quería rugir, gritar, ocultarse. Y todavía faltaba su padre…

Retiró las manos de su rostro ante una aclaración de garganta, Kortian quería reírse, eso era obvio, pero él era un caballero, estaba esperando su propia explicación con una ceja enarcada.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now