Capítulo 33 parte 1

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"Hechos para vivirlo"

Todos están alterados, confundidos y malditamente furiosos.

Estamos en una habitación con guardias protectoras para todo lo que sea hablado no pueda ser escuchado, no hay soldados aquí, solo el alfa, quien luce su expresión severa y poderosa, sus ojos tienen veneno, casi puedo escuchar sus pensamientos sobre los ensordecedores reclamos de nuestros padres.

Probablemente quiere hacernos explotar a todos en una divertida sinfonía, yo lo querría, si tanta gente estuviera sobre mí hablando a la vez no dando espacio a mis palabras. Pero por otro lado se lo merece, por siquiera proponer usarnos de esa forma.

Miro hacia la puerta deseando escapar de aquí, correr por la noche y solo respirar profundamente. Mis ojos recorren la habitación buscando algo que me de consuelo, me topo con los ojos de Wanda, luce tan irritada como yo, tiene una de sus manos colocada sobre su garganta, juguetea con la concha marina que le regalé.

Sus ojos me dicen que desea tanto como yo salir de aquí, pero no podemos, no sin antes detener esté alboroto hecho por nuestros padres. Wanda intenta callarlos a todos, pero es ignorada, mis otros amigos intentan apoyarla pero no lo logran en lo absoluto.

¿Cómo podría acabar con esto?

Miro a mi papá, repitiéndole a Johan una y otra vez que "Mi hija no vino aquí para esto". Mamá también discute, ella detiene a mi padre cada vez que se acerca demasiado al alfa, lo tiene bajo control, ella siempre lo ha tenido, con una palabra mamá tiene toda su atención. Cuando era niña papá me decía que yo también lo tenía, que era su princesa y que siempre iba a tenerlo cuando lo necesitara.

Una idea estúpida se me ocurre, pero creo que será suficiente para llamar la atención.

Me tiro al suelo dramáticamente fingiendo desmallarme.

Quiero sonreír cuando en cuestión de segundos todo queda en silencio.

— ¡Ariel! —siento a mi padre sujetarme y abro los ojos para no seguir angustiándolo.

— Finalmente se callaron —suspiro.

— ¿Estás bien? —todos me miran extrañados, me olfatean.

— Sí, sí —me levanto con la ayuda innecesaria de papá. Cuando mis ojos se cruzan con los de mamá, durante un micro segundo creo ver una sonrisa—. Ahora solo hablara uno a la vez y como ustedes ya dijeron mucho, es el turno de Johan. Yo quiero escucharlo.

Mi padre me gruñe reprobatoriamente.

— Vuelvan a sus asientos —dice Johan, desde su asiento, lo dice con su voz demandante, esa a la que te cuesta negarte.

Me siento junto a mi grupo de amigos quienes se burlan de mi patética actuación, le gruño que al menos logre callarlos.

Cuando todos están sentados Johan se levanta, sus pasos son pesados, se detiene en el centro.

— Ya los he escuchado, pero todos están confundidos. Yo no pretendía hacer esto a sus espaldas, pero no iba a ir por allí divulgándolo en cada esquina, por esa razón lo cite aquí hoy, para comentárselos, pero por supuesto que ni siquiera me ofrecieron el beneficio de la duda —Johan me mira acusatoriamente, no aparto la mirada—. Esta operación es llamada "cebo troyano". Vamos a usarlos, sí, pero jamás los podría en riesgo o cerca de cualquier tipo de peligro. Lo único que les pido es que finjan —nos mira—. Finjan aquí, en Gardeen.

— De ninguna forma hemos dicho que aceptaremos —espeta Genevee Lacrost, la madre de Eliot.

— Aceptaran hacerlo cuando les explique con exactitud cada detalle —se encoje de hombros confiado—. Muy bien —calla las protestas de los adultos antes de que comiencen otra vez el desorden—. Esto es lo que haremos.

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now