Capítulo 14

4.9K 675 83
                                    

Testigos, eso somos ahora. Ellos nos llaman así, pero por el tipo de preguntas que hacen me siento más como una sospechosa.

No me han dejado ver a mis amigos, a las únicas personas que les permiten estar conmigo es a mis padres y a Evan. Por lo que sé nos están interrogando a cada uno por separado para verificar que nuestras historias coincidan, aun no nos han dicho de quien es el cadáver que encontraron ni cuál fue la causa de su muerte.

El alfa Johan aún no se ha presentado ante mí, pero por lo que me han dicho mis padres al parecer está dejándome de última. Ya he contado la historia tantas veces que no estoy segura si pueda narrarla una vez más para él.

— ¿Estás segura de que no viste a nadie más en el bosque? —vuelve a preguntar uno de los guardias que me interroga.

— Por centésima vez, no —contesto cansada.

Mi padre le gruñe al guardia que me mira de mala manera, mamá mantiene su mano presionando las mías y Evan espera a un lado de la puerta de la habitación. Es un pequeño estudio, sin mucha decoración y con un papel tapiz horrible.

— El alfa ya viene —informa Evan.

"Alfa", quisiera bufa. Ese término y lo que representa no termina de agradarme, siento que esta forma de mandato es tan mala como una dictadura. Pero así es como viven los mágicos, y quiera o no mi hermano es parte de esto.

La puerta es abierta con suavidad.

El hombre de ojos esmeraldas da la misma impresión que la primera vez que lo vi. Hermoso y poderoso. Su mirada te invita a jugar, pero advierte que solo habrá un ganador, él.

"Narcisista", escucho claramente mascullar a mi madre en cuanto Johan se acerca a nosotros con paso firme.

— Soy tan afortunado de que los dioses las trajeran nuevamente hacia mí, bellas damas —sus ojos nos estudian hasta caer en mi padre—. Evander.

— Johan, ya mi hija ha contestado todas sus preguntas, ¿Cuándo podremos irnos? —cuestiona papá -para mi sorpresa- bastante calmado.

Johan da otros pasos hacia nosotros, su mirada sobre mi hace que mis ojos viajen a mis manos incomoda.

Papá gruñe: — No te atrevas a mirarla de esa forma —se levanta.

Mamá busca la mano de papá y la sujeta.

— Ariel —su forma tan delicada y suave de decir mi nombre me hacen mirarlo—, ¿te sentirías más cómoda hablando conmigo a solas?

¿A solas? No, no quiero estar con él a solas.

— No —respondo antes de que papá diga algún insulto—, estoy bien, ¿puedes comenzar ya? Estoy realmente cansada de esto.

Para mi sorpresa Johan sonríe y me siento a gusto, tranquila. Él arrastra una silla para sentarse frente a mí. Por fortuna papá no vuelve a abrir su boca.

— Escucha, cariño —suspira—. Ya he escuchado la misma historia una y otra vez, no es que no les crea, es solo que no quiero que omitan ningún detalle, aunque no lo crean, la más mínima cosa extraña podría hacer una gran diferencia en nuestra investigación ¿lo entiendes? —asiento—, sí, por supuesto que sí, eres inteligente y te preocupas por los demás, no quieres que nada de esto vuelva a suceder.

— Por supuesto que no —mascullo.

Johan asiente con expresión comprensiva.

— Lo sé, pequeña —su voz es tan cuidadosa—. Por esa razón no te pediré que me cuentes la historia completa, no —niega—. Quiero que me cuentes los detalles que tú consideres importantes —tomo una respiración comenzando a repasar todo lo que sucedió—. Cualquier cosa, Ariel, haría la diferencia.

Los Mestizos IIUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum