Capítulo 26

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No puedo concentrarme, todos quieren ir a ver al cadáver, el alfa ha soltado una alarma y mi padre se ha ido con una única advertencia "nadie sale de la mansión". Los adultos han desaparecido, mis amigos están desesperados por contactar con sus familiares a través de sus teléfonos y yo...Yo no puedo concentrarme, siento un puño presionarme el alma sin piedad. La sensación no se va, no sé detiene, quiero hacerla parar, pero me quita el aliento y el dolor me nubla la vista.

Salgo de esa habitación desesperada por un poco de aire.

— ¿Ariel? —Wanda viene tras de mí—, ¿Qué pasa?

Niego cerrando mis ojos.

— No sé...Tengo...—jadeo—. Hay algo malo, está dentro de mí.

— Respira, nena —me hace sentar en el suelo—. Todo está bien, no nos va a suceder nada.

No, no es eso.

No soy yo.

Es algo...en mí.

Siento como si hubiera hilos descociéndose en mi interior cada uno despertando una agónica sensación de desesperación. Algo se está rompiendo.

Y eso...solo puede ser Boyd.

— Es Boyd —lloro—. Wanda, es Boyd, tengo que ir por él, ahora.

— Ariel...—se preocupa mirándome—.No. Tú te quedas, yo voy por él.

— No.

— Estás realmente mal, Ariel, no puedes...

— Es mi mitad, Wanda, debo ir, ahora —le sujeto las manos y hago que me mire a los ojos—. Ahora, Wanda.

Se queda en silencio un segundo antes de suspirar: —. Mierda.

Ambas nos levantamos del suelo, Wanda toma mi mano y comienza a guiarme por el pasillo.

— Nadie puede escucharnos, no nos dejaran ir —giramos y entramos a la que parece ser la cocina—. Tenemos que salir por detrás y en el momento en que salgamos correr como si el diablo nos persiguiera.

El miedo comienza a subírseme por la garganta, la boca se me llena de un sabor metálico, como sangre.

— Rápido —le gruño a Wanda.

Siento que rocía algo sobre mí, dos segundos después no puedo percibir su olor ni el mío.

— Solo tú puedes rastrearlo, Ariel.

No miramos.

— Él siempre oculta su olor.

— Eres su mitad —sujeta mi mano—. Tu alma y la de él están mezcladas, no necesitas olerlo.

Cuando ella pone su mano en el pomo de la puerta tomo una respiración profunda, intentando controlar todo lo que mi cuerpo está experimentando. Ella abre la puerta y nos volvemos suspiros de la noche.

El viento trae consigo el olor a humo, cenizas y personas. Muchas. Mestizos. En la lejanía se escucha el murmullo de sus gritos rabiosos hambrientos de venganza. Los mágicos gruñen, aúllan, cantan preparándose para la caza, una que ya ha comenzado.

Si ese hombre sigue aquí en Gardeen no habrá nada en el mundo que detenga a los mágicos de cobrar su venganza. Y si ha decidido tocar a Boyd...no habrá nada en el mundo que me detenga de desgarrar su garganta y bañar mis manos con su sangre.

— ¿A dónde estamos yendo, Ariel?

Bajo la velocidad respirando el bosque, buscando, intentando recordar.

Los Mestizos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora