Capítulo 48

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¿A dónde vas, sangre mestiza?

Si tu alma está quebrada

Y tu voluntad destruida.

Los mestizos cantan por la docena de vidas perdidas, entre ellas, Wanda Spark. Johan ha dictado la lista de los niños mestizos asesinados. Los que explotaron en llamas, fueron las únicas muertes para reportar. Los soldados y civiles solo resultaron heridos.

Y que tu corazón siempre viva por tu sangre mestiza.

Yo no canto, no puedo. No cuando Ariel está sufriendo.

Sé que nadie le dijo nada sobre cómo fue hallado el cuerpo de Wanda. No lo hubiese soportado. Nadie lo hace. Los que la encontraron vomitaron y tuvieron pesadillas cada noche desde ese día. Lo sé porque me pidieron preparar una cantidad importante de elixir para dormir, profundamente, sin sueños. Es peligroso, todos lo saben, no quiero pensar en el por qué –aun así- decidieron tomarlo.

El aquelarre de Gilbert, luego de enterarse de la perdida de los Spark, avisó que se quedaría para vengar la muerte de su única hija. Johan lo aceptó, furioso porque algo como eso tuviera que pasar para que ellos decidieran quedarse. Todos lo evitan, el líder del aquelarre es un hombre que nadie quiere cerca, Ivonnet me advirtió que me mantuviera lejos cuando le pregunté por su apellido. Ella me dijo que no tenía, que lo había perdido después de hacer algo innombrable en el pasado.

—Boyd —Ivonnet me llama, bajito—. Vete a la casa, descansa.

Ella tiene sus manos en un árbol, su frente brilla de sudor por el esfuerzo. Puedo verlo, puedo ver la forma en la que su frente se arruga por su concentración. Puedo ver la forma en la que su cuerpo se acomoda para dar su magia y devolverle la vida al árbol. Puedo ver ese árbol, muerto, quemado, su tronco color negro carbonizado.

—Estoy bien —murmuro llevando mis propias manos a otro árbol.

Veo los colores, las partículas, el cielo…la vida.

Le devolvemos la vida al bosque, muchos brujos trabajamos en ello. Es nuestra obligación. El bosque nos da vida a nosotros, nos cuida, nos da un hogar. Y nosotros no nos quedamos con los brazos cruzados cuando nuestro hogar está muriendo.

—Ariel ya regresó.

Busco el vínculo en mi interior, como un reflejo. Solo para asegurarme de que está bien.

—¿Cómo lo sabes?

—Acabo de ver a Johan salir con Evander y Ariadna hacia la ciudad. Por lo que, Ariel debe estar ya en la casa —Ivonnet me giña un ojo, ahora puedo ver eso, es tan extraño—. Ve por tu chica.

No respondo cuando me voy.

Inconscientemente lanzo mi magia para que sondee, pero ya no es necesario, tengo mis ojos devuelta. Puedo verlo todo, todo. Parece una mentira, un sueño magnifico en uno de los momentos más duros de mi vida, ¿habría un momento perfecto para que mi visión volviera? Cualquier momento con Ariel sonriendo, ese seria.

Ella ya no sonríe mucho, no de verdad. Todo lo que he podido ver de ella es su devastación, su dolor, su terrible furia contra lo que sucede. Y eso me afecta tanto. Verla de esa forma hace que mi propio dolor salga en lágrimas, quisiera poder detener lo que la lastima, pero no puedo, no puedo devolver el tiempo, no puedo devolverle a Wanda.

Ya no llora, no como antes, desde que pasó lo de su crisis, cuando lastimó sus manos y Johan intervino de una forma que le aseguró unos buenos puñetazos de Evander, ella ya no llora. Después de ese día Johan se la lleva, la saca de la casa todos los días y la hace entrenar con sus soldados, con Evan siempre vigilándola. Me prohibió seguirla, como si él tuviera algún derecho sobre ella. No iba a hacerle caso, yo no respondo ante él, nunca lo he hecho. Además, Ariel es mía y si ella me lo pidiera, la seguiría a cualquier parte. Sin embargo, no lo hizo, lo que me pidió fue que la dejara hacer eso sola, que estaría bien. A su pedido nunca podría negarme.  Pero…

Los Mestizos IIWhere stories live. Discover now