Capítulo 5

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No he podido cerrar mis ojos en toda la noche. Desde que pasó lo de Eddy y el chico pelirrojo algo ocurrió conmigo, mi cuerpo está sumamente ansioso, mis sentidos absolutamente despiertos y mi corazón...No sé, no sé qué pasó. Y me da miedo preguntarles a mis padres, si lo hiciese tendría que dar detalles y eso fue precisamente lo que me pidió Eddy que mantuviera en secreto, Evan quería oponerse pero terminó aceptando su decisión con la condición de que si alguien volvía a ponerle las manos encima tenía que decirle.

"Quítale las manos de encima". Un sonido tan salvaje y animal nunca había salido de mí, pero mi instinto protector simplemente salió...Y él...

Dioses.

Ese chico tiene que ser el niño del bosque, ese que conocí cuando era niña. No puede ser otro. Es él, estoy segura, absolutamente segura. Su color de cabello es el mismo que en mi memoria vive, la forma de su rostro ahora es menos aniñada y más afilada.

Eddy nos contó que Boyd –así se llama- fue el único en comportarse de manera amable. Está en algunas clases con él, es solitario y molestado constantemente. Boyd había querido ayudar a Eddy cuando esos chicos pretendían darle su "iniciación", terminó metiéndose en problemas también.

Todo eso tuvimos que callar ante nuestros padres, después de los saludos altamente emotivos dirigidos a Evan papá cuestionó por qué Eddy olía tan interesante, Eddy se excusó diciendo que había tenido entrenamientos y luchas –supervisadas y adecuadas- como sus últimas clases. Papá aceptó eso y el resto de la tarde continuó como debía, Evan trajo regalos, nosotros le dimos regalos a él y fuimos a cenar fuera. La charla transcurrió en torno a mi hermano mayor y su trabajo, según él, por los momentos no ha habido altercados, las manadas están en paz.

Yo intenté actuar lo más normal que pude, hice preguntas y las contesté. Al volver a casa me encerré en mi habitación y sentí que me ahogaba. Había estado en movimiento y al aire libre, estar en mi habitación se sintió como una tortura. Esperar la hora para poder escapar de casa antes del amanecer me hizo sentir una lunática.

En el bosque corrí, corrí lejos, salte troncos, escale arboles...Lastimé mis manos bastante, lo suficiente para que no sanaran tan rápido como deseaba. Tuve que ocultar mis heridas con los guantes de lana azul que me regalo Evan, estos hacen juego con un gorro del mismo material y con una esponjosa bola blanca en la parte de arriba.

Cuando llegamos al instituto quise buscar Boyd, tenía la necesidad de saber de él con urgencia pero...No estaba. Me tuve que resignar a ir a la terraza y dejar a mi hermano solo, lo cual prácticamente me rogó.

Y ahora estoy aquí, a tan solo segundos de tener un ataque de pánico.

— Dije "fuera guantes", Rowclay —me gruñe el entrenador—, ¿acaso no me oíste?

Escucho risas ser calladas por las advertencias de Ashen y Wanda.

Cuando el entrenador me llamó para ver qué tan buena soy luchando, me dieron miradas alentadoras y frases clichés como: "sé que lo harás bien". Nada de eso me sirve.

Lo que necesito es aprender mágicamente a pelear.

Tragando saliva me despojo de mis guantes, mis heridas están cerradas, pero tengo amoratados mis nudillos y mis dedos siguen doliendo. Nadie dice nada al respecto.

— Muy bien, entonces, saben las reglas —su voz es aterradora en todos los sentidos y cuando grita hace temblar a los que estén cerca—. Nada de mordidas, rasguños, hechizos, escupidas...Si se me olvida algo será mejor que ustedes lo recuerden. Ahora, peleen —ordena.

Mi contrincante se mueve rápido, un chico alto que sonríe cuando ya me tiene contra el suelo.

Aquí cuando se entrenan no se hacen divisiones de "mujeres" y "hombres". No, a todos se nos enseña por igual y peleamos de la misma forma.

Los Mestizos IIOnde histórias criam vida. Descubra agora