Cuarto círculo: Avaros y Pródigos

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En el camino, de nuevo se encuentran a un guardián enemigo, llamado Pluto, que al verlos grita desmedido con el fin de aterrorizarlos, pero el guía conforta a __:

"Que no te invada el miedo, pues por mucho que haga no logrará frenar nuestra bajada".

Enseguida se dirige enérgico a Pluto:

"Acábate tú mismo con tú enojo, lobina fiera".

Virgilio menciona a la fiera la derrota de los ángeles rebeldes a manos del árcangel San Miguel. Pluto les deja pasar.

Abismados, los poetas se hallan se hallan en el cierto círculo, de avaros y pródigos que purgan su condena, donde unos contra otros, echándose en cara sus culpas y vicios, con fuertes encontronazos se insultan y repiten la operación sin cesar. En el mundo de los vivos, tanto los avaros como los pródigos fueron personas necias que no supieron medirse, algunos por guardar en exceso su fortuna y otros dilapidarla sin freno. Algunas víctimas de este mal fueron eclesiásticos, papas, cardenales y clérigos.





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