El Empíreo

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El/la poeta y su guía ascienden al Empíreo, el lugar donde Dios, María, los ángeles y algunos privilegiados habitan. Ella le explica a ___ sobre la luz pura e intelectual que hay en el mayor de los cielos, del amor que entre todos profesan. ___ se dispone a observar la maravilla del espacio ene l que se encuentran, pero nuevamente un deslumbramiento le ciega. Esta vez la ceguera es parte del proceso de purificación, para adecuarse a la vista de Dios con los ojos capaces de resistir cualquier deslumbramiento.

Al abrirlos, ante sus ojos aparece una gran luz, en forma de un río deslumbrante, rodeado de flores, de las que saltan chispas como abejas. Las flores, en este caso, son almas de los bienaventurados, y las chispas, los ángeles que administran la gracia de Dios a las almas. Beatriz aconseja a ___ que concentre la mirada en la corriente del río, pies después de verse rectas, ahora se convierten en redondas, mientras que las chispas, y flores cobran la realidad simbolizada, realidad que ahora ___ puede ver gracias a las luz intelectual que hace al creador visible a sus criaturas. Los bienaventurados envueltos en su Liz esplendorosa se sientan en las hojas de una rosa blanca formando un inmenso anfiteatro, con millares de gradas. La reunión se debe al juicio que le harán a Enrique VII.

Así, al ver tanta maravilla, vuelve la vista hacia su amada Beatriz, pero en su lugar está un anciano vestido como la gente que mora en esta gloria; El rostro del viejo proyecto tanta bondad que fácilmente el/la poeta pregunta confiado por su Amanda, y éste responde:

“Para cumplir tu deseo final, me ha sacado Beatriz de mi puesto; si levantas los ojos allá en la cima verás que ocupa un trono en la tercera grada, trono que a su virtud no escatima”.

El/la poeta levanta la mirada, ve a Beatriz y se dirige a ella para agradecerle el buen camino. Beatriz le sonríe al poeta y vuelve a su gloria.

El anciano, quien se presenta como san Bernardo, le aconseja que contemple el jardín que se encuentra junto a ellos y la reina del cielo les hará la gracia que necesitan para llegar al final. ___ observa en el jardín a la Virgen María, en la rosa, a sus pies sentada aparece Eva; de bajo de ella se encuentran Raquel, esposa de Jacob; Sara, mujer de Abraham y madre de Isaac; Rebeca, mujer de Isaac y madre de Esaú y Jacob; Judith y Ruth. Frente a ellas se encuentra una fila encabezada por san Juan Bautista, al que le siguen en línea descendente san Francisco de Asís, san Benito y san Agustín, el más grande de los padres de la iglesia latina.

Debajo de éstos, se hallan los niños, los que llegaron al Paraíso sin mérito propio, pues no tenían la cualidad de elegir entre lo bueno y lo malo, sin embargo, cumplían con algunas virtudes.

El gran devoto san Bernardo aconseja a ___ que dirija su mirada hacia el rostro de María, de la que dice se asemeja más a su hijo; así estarán preparados sus ojos para el acto supremo de la contemplación divina. El/la poeta observa a María y la admiración que causa esta escena al poeta es superior a la que en algún otro momento hubiera sentido. Así, del cielo baja el arcángel Gabriel, entonando el “Ave María”, al que le siguen todos los de la corte celestial. Su descenso se debe al mensaje de anunciación que ha llevado a María.

Mientras que siguen todos con el canto divino, llega san Pedro y Adán para sentarse a uno y otro lados de María; san Juan el Evangelista, Moisés, Lucía y Ana, la madre del a Virgen, también ocupan un lugar al costado de ella. Cuando ya están todos ubicados en su lugar, san Bernardo anuncia la inminente contemplación de Dios, pero no sin antes cumplir la gracia de la oración. Así, todos comienzan una sublime invocación a María.

Siguiendo los ojos de María, el/la poeta logra ver los ojos de Dios; su mente mira también atenta, arrebatada, inmóvil, fija. Ante él no había luz que fuera igual a esta. Durante la contemplación, ___ ve tres círculos, igual y centrados; éstos simbolizan la trinidad y unidad de Dios. La luz aumenta sin medida, a tal grado que ___ aclara su mente y por esta gracia llega a comprender lo que está por encima de la razón. Su deseo y su voluntad son movidos como una rueda que gira uniformemente, por el amor que mueve el Sol y las demás estrellas.

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