Segundo recinto: los violentos contra si mismos

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Al dar vuelta, los poetas y Neso llegan al segundo recinto del séptimo círculo, un espeso y oscuro bosque con ramas que sólo dan espinas ponzoñosas, a las que se suben aves furiosas destructoras de trigales, que se mueven entre los ríos Cecina y Cometo. En este segundo recinto habitan dolorosos, tristes, suicidas y dilapiladores que sufren originales castigos por la violencia que se han generado a ellos mismos.

Los guardianes de este lugar son monstruos perversamente crueles, híbridos entre mujeres y aves, con alas enormes pero con rostros y cuellos humanos, pies con uñas afiladas y un prominente vientre. Al ver tanto dolor, el guía previene a su discípulo:

“Antes de que éstes dentro, tienes que saber que has llegado al segundo recinto, donde veras maldiciones y castigos; observa el entorno y duda en decir algunas cosas”.

Virgilio se dirige a un árbol y pide impaciente una explicación sobre el. Cambio que sufren las almas en ese lugar, el momento en el que se transforman en troncos, y también si la fortuna en algún tiempo les devolverá el cuerpo. El tronco explica con voz fuerte que al ser arrancada la vida misma y en plan violento, un juez les sanciona el acto, y éste es Minos, el que los envía al círculo séptimo, en el recinto segundo, donde la fortuna designada es encarcelarlos en plantas, a las que picotean y lastiman las aves, hasta terminar con ellas, pero cuando cada uno va a recoger el cuerpo que tuvo en vida, se encuentran con que no volverán a vestir lo que antes despreciaron, y ese cuerpo rechazado colgará del mismo árbol en el que pena del alma, hasta formar un espantoso campo de cuerpos ahorcados.

La Divina Comedia ✔︎Where stories live. Discover now