Quinto círculo: Iracundos

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Los poetas siguen su viaje, logran atravesar una orilla hasta llegar a un manantial que termina en un arroyo oscuro y sucio; así, al descender por una pendiente, divisa almas furiosas con cuerpos desnudos que se golpean con sus propias manos y se muerden con sus afilados dientes. El guía explica a ___ la condena de los iracundos, por una parte los activos que mitigan su ira sobre el prójimo, y por otra los pasivos que la distinguen sobre si mismos, rechazando a Dios y entristeciendo su vida. Siguen avanzando, hasta llegar al pie de una torre enorme; ahí distinguen en el agua una nave diminuta, que con una sola persona viene a su encuentro, es Flegias, un demonio que por su iracunda vida ha sido designado como guardián de este círculo. De pronto, Flegias pregunta a lo lejos:

"¿Han llegado? ",

pues al no identificarlos piensa que son almas viles que regularmente transporta, en tanto Virgilio contesta:

" Esta vez tus gritos no sirven, pues sólo nos tendrás contigo mientras cruzamos el pantano".

El demonio, profundamente enojado, se detiene y los sube.

En el camino, los poetas se encuentran a un espíritu enlodado, que asoma de las profundidades del pantano, el cual al darse cuenta del peso de uno de los tripulantes, pregunta molesto:

"¿Aun Vives?",

al mismo tiempo que intenta volcar con fuerza el bote. Temeroso, temerosa, ___ le responde:

"He llegado, pero aún no es tiempo de quedarme; ¿quién eres? ".

El enfangado manifiesta:

"soy yo, uno que llora".

Por sus características, el poeta logra reconocer el alma de Filippo Argenti, su enemigo político, que en su vida fue terriblemente irascible y temido por todos; ha sido condenado por soberbio, y ahora sufre lo que en vida hizo sufrir.

Continúan hasta llegar a la entrada de la ciudad de Dite,la parte más baja del infierno; en donde se encuentran los últimos cuatro círculos, un lugar resguardado con grandes demonios. El maestro advierte a ___:

"En este momento hemos llegado a la gran Dite, con su población inmensa de culpas".

___ observa con gran asombro en el valle torres rojizas, y curioso cuestiona al maestro de lo que ve. Éste le explica que se trata de fuego inmenso que no tiene fin, que inunda su interior.

Después de un rato, llegan a un foso profundo de este desolado lugar, con una muralla de hierro que no les permite ver nada, hasta arribar a un punto en donde alguien grita:

"pueden bajar, aquí es la entrada".

Sobre el portón, el poeta ve a más de un millar de ángeles rebeldes que han sido arrojados por Dios al infierno, con categoría de demonios; éstos gritan llenos de rabia:

"¿Quién es el que sin haber muerto se encuentra entre nosotros? Ven tú, Virgilio, y que se valla ese que llegó para desafiarnos, que regrese por el camino que sabe, que lo intente".

Al oir estas palabras perversas, ___ se horroriza, pues teme no poder regresar al lugar de los vivos. El guía intenta esperanzado, diciendo una vez más palabras de aliento:

"No temas, nadie puede prohibir un designio del Señor, tú espera aquí con optimismo".

Así, éste se dirije hacia los caídos del cielo, pero no pasa con ellos mucho tiempo y regresa con la mirada triste y voz afligida, pues es la primera vez que en el infierno se le niega la entrada. Sin embargo, sabe que a pesar de cualquier impedimento, alguien llegará desde arriba para ayudarlos.

Al ver el rostro de ___ impaciente por la actitud de los demonios que se negaron a dar paso, Virgilio cambia su semblante para darle confianza, pero éste le hace una pregunta con recelo:

"¿Alguien alguna vez bajó a este abismo? ".

A esta pregunta el guía responde:

"En verdad eh bajado por aquí un día por los conjuros de Erito alejado de las manos de Dios, puedes estar seguro" .

___ se distrae y ve en lo más alto de la torre ardiente tres fieras, bañadas de sangre y cabellos de víboras con cuernos; éstas rasgan sus cuerpos con sus uñas, gritando y chillando.

De pronto se escucha un ruido impetuoso, con vientos fuertes que provocan la huida de los demonios para cruzar el pantano; un mensajero llega a amparar a los poetas, trae en sus manos una varita y exclama:

"Oh, ángeles rebeldes, tropa maldita, ¿por qué se han resistido, obstinados en desobedecer contra el que hace que sus penas se agiganten?".

Tras escuchar las palabras del enviado, los vigilantes, sin protestar, abren las puertas de la ciudad infernal.

Al fin se hallan en aquella tierra, una gran cuidad de cementerios, que arden con el dolor del fuego. De tiro de las losas se escuchan lamentos de dolor de almas atormentadas, ahí moran los herejes con secuaces de toda secta y grado.

La Divina Comedia ✔︎Where stories live. Discover now