Tercer recinto: los violentos contra Dios

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Llegan al tercer recinto, en donde un arenal espeso es el paisaje infernal, como el desierto en el que cruzó Catón y el grupo pompeyano; ahí grandes grupos de almas desnudas lloran mezquinamente, algunos boca arriba, pues en vida insultaron al más poderoso; otros, como los usureros, están sentados, como si aún siguieran contando su dinero; un tercer grupo camina continuamente, mientras que algunos giran sin cesar bajo el fuego que hace arder la arena.

___, cada vez más abatido, pregunta a su guía por un personaje que llama su atención:

"¿Quién es ese grandote que no parece ser lastimado por la tortura del fuego? ".

El gigantón, sin ser cuestionado, responde:

"Soy muerto como si fuera vivo".

El alma pertenecía a Vulcano, Dios del fuego, que tenía su fragua al servicio en Mongibelo.

En silencio, llegan los poetas a una parte de la selva en donde desemboca el río Flegetonte. Ahí en un manantial de aguas termales azufradas se encuentran las mujeres que en vida fueron prostitutas.

Los poetas, sin detenerse, siguen su viaje, hasta cruzar por un arenoso suelo.

Más tarde, el guía comenta a ___:

"Ahora será necesario apartarse del bosque; cuida de ir tras de mí, pues los bordes al no arder pueden andarse y encima de ellos todo ardor se apaga".

La Divina Comedia ✔︎Where stories live. Discover now