Sexta Cornisa: La Gula

394 15 0
                                    


Ya están en la sexta cornisa, y mientras ___ observa con gran admiración el verde árbol, Virgilio le ordena seguir con la ruta hasta topar con un coro de llanto y sollozos, con un acento que a la vez produce pena: Dómine labia mea, palabras del miserere que se traducen como:

“Tú abrirás mis labios, Señor, y mi boca anunciará tu alabanza”.

___ se paraliza por un momento y Virgilio repone con la explicación del canto, que en cumplimiento de sus penitencias, los glotones sólo abrirán la boca para cantar.

Los habitantes de este recinto lucen una delgadez terrible, y un color pálido en sus rostros. ___ se habla a sí mismo para comunicar su desconsuelo y recuerda a Erisictón, un personaje de Ovidio, el cual por talar una encina del bosque sagrado de la diosa Ceres, fue castigado a sufrir un hambre insaciable que le orilló a vender sus bienes y aún a su propia hija; sin embargo, en la lucha inútil por saciar su apetito terminó por devorarse a sí mismo.

Al fondo del lugar una voz se dirige a ___, la de Forese de Donati:

“Toda esa gente que llorando canta, por ser viciosos de la torpe gula, con hambre y sed aquí se vuelven santas”.

Dado el poco tiempo que tenía de haber muerto Forese, ___ creía que aún se encontraría esperando en el Antepurgatorio, donde se invierte tanto tiempo, como en vida dura el alejamiento con Dios. Forese expone que el amor de su esposa Nella, junto con sus súplicas, lo han sacado no sólo del Antepurgatorio, sino de otras condenas. Por el amor que se tuvieron ambos, ella ha sido parte fundamental de su proceso para ir escalando hacia las siguientes cornisas.

Mientras charlan, ___ explica que ha sido sacado del mundo por Virgilio, para encaminar por los muertos y subir a la montaña hasta encontrarse con aquella que será su nueva guía.

Más tarde y al paso, Forese se despide con prisa de los tres grandes poetas, y éstos caminan a otro rimo más apresurado, hasta  encontrarse con un segundo árbol; en él yacen almas de niños, los cuales en vano piden algún capricho. La gente se contraría por la presencia de los poetas, que al notarlo deciden continuar el recorrido.

Pronto escuchan voces que recuerdan casos de gula castigada: los hebreros, que por beber viciados, Gedeón rechazó su compañia para combatir junto a otros hombres, que sí supieron sus límites, llevándose a la boca con la mano el agua de una fuente.

Así, por el camino van oyendo casos de gula reprendida, callados y atentos a los que se dice en ese momento. En tanto, una voz diferente se escucha:

“¿A dónde van los tres tan pensativos? ”.

El súbito saludo estremece a ___; es el ángel de la templanza, que señala a los viajeros la subida  la séptima cornisa. Su aspecto es deslumbrante y bello, al igual que los anteriores. Éste, con el roce de un ala que parece de plumas, suavemente borra la sexta “P” de la frente del poeta, mientras que decía:

“Feliz aquel que consuma la gracia de su dominio sobre el gusto, que al alma ya con pasión no abruma, y siente sólo hambre cuando es justo”.

La Divina Comedia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora