Capítulo 19 - Intercambiando sonrisas

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Después de que el partido haya finalizado —y hemos ganado —, Peter se ha ofrecido a llevarnos a Madison y a mí a mí casa. Cuando Madison y yo bajamos del coche de Peter inmediatamente visualizo a mi tía saliendo de casa con Jack.

—¿Es Jack? ¿El tío de los Sprouse? —pregunta Madison en un susurro a medida que nos acercamos.

—Sí.

De repente, escucho la risa de mi tía junto con la de Jack e inmediatamente los dos nos visualizan a Madison y a mí.

—Oh, hola chicas, ¿ya ha terminado el partido?

—Sí. Qué guapos vais —sonrío de lado mirando a Madison con complicidad.

—No es lo que estáis pensando —niega con la cabeza —. Vamos a quedar con más amigos, es solo que Jack ha querido venir por mí.

—Está bien —concluyo —. Nosotras vamos a cambiarnos y nos vamos a una fiesta.

—Cierto, Caleb me había comentado algo antes —interviene el tío de los gemelos.

—Si necesitas algo o pasa algo durante la noche no dudes en llamarme, sea lo que sea —mi tía me mira de forma inquisitiva.

—Si mami… Pasaoslo bien.

—Igualmente chicas.

Justo cuando abro la puerta de casa, antes de dar un paso para entrar en ella, la voz de Jack me lo impide:

—Annie, cuídame a Caleb —dice guiñándome un ojo.

Madison suelta una carcajada y yo me quedo totalmente perpleja ante su comentario.

—¿Qué demonios ha sido eso? —digo desconcertada.

—Ni idea pero parece ser que el chico del gorrito ya le ha hablado a su tío de ti.

—En fin —sacudo la cabeza —. ¿Vamos a mí habitación?

—Sí. Vamos a elegirte un modelito en el que te veas radiante.

—Y a ti otro para que Jackson Williams se de cuenta de la chica tan guapa que tiene delante —digo subiendo las escaleras junto con Madison.

—Todavía no me puedo creer lo que he hecho —sonríe avergonzada.

—¿A ti te gustaría intentarlo con él de nuevo? —digo encendiendo la luz de la habitación.

—No lo sé la verdad y sinceramente, esa pregunta me la he hecho muchas veces. Pero antes de todo, necesitaría saber el verdadero motivo del por qué me dejó.

Madison se dirige al armario y lo abre empezando a observar la ropa. Yo me limito a sentarme en la cama cruzando las piernas.

—¿Alguna vez has pensando que el motivo fue tu padre? Al fin y al cabo él es el entrenador de baloncesto, no sé…

Madison se gira lanzándome una mirada dubitativa.

—No lo había pensando… en fin —sacude la cabeza —, vamos a lo que vamos.

—Sí, pero antes voy a bajar la persiana no vaya a ser que tengamos algún mirón.

Una vez bajo la persiana, Madison y yo nos ponemos manos a la obra con el tema vestuario.

***

Dos horas después, Madison y yo chocamos nuestros pequeños vasos de chupito y nos lo bebemos de una mientras escuchamos el alboroto del bar en el que estamos.

—¿Pedimos otra? —sugiere medio achispada.

—Pero solo una más —le advierto con la mirada —. Deberíamos estar en la fiesta y aquí estamos, las dos y bebiendo chupitos.

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