Capítulo 31 - Evidencias

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ANNIE EVANS

Justo a la hora de cenar dejamos a mí madre en el centro no sin antes prometerle que pasaré todo el día con ella. Cuando una enfermera entra a darle la cena le hago prometer que se lo va a comer todo y con una sonrisa en su rostro, una sonrisa con tanta ternura, me lo promete y me marcho, no sin antes hablar con la directora pidiéndole un permiso para llevármela aunque sea por la tarde. 

—Annie, insisto. Vente a mi casa a dormir —sugiere Elena por milésima vez después de haber salido del centro.

—Elena, no quiero molestar y yo en mi casa voy a estar bien.

—No molestas, mis padres me lo han dicho y yo también quiero que vengas y si me dices que no, irán a buscarte a tu casa y te llevarán arrastras. Además, quiero que aprovechemos el tiempo juntas, te vas dentro de nada. 

Suspiro y miro a mí amiga totalmente indecisa. Ella me mira haciendo carita de pena. 

—Por favor… —añade haciendo voz de pena.

—Esta bieeen. Tú ganas. 

—¡Genial!

Después de pasar por mi casa y de recoger la maleta llegamos a su casa. Sus padres me acompañan a la habitación donde me voy a hospedar mostrándose muy cariñosos y atentos. Sinceramente, me alegro de estar aquí porque no me sentiría bien estando en mi casa sola. 

A la hora de cenar, ayudo a poner la mesa y al concluir la cena, ayudo a recoger, aunque me ofrezco a limpiar pero se niegan a que limpie y me hacen retirarme y que descanse. 

Poco después me voy a la habitación con Elena y empieza a contarme cosas sobre un chico con el que está empezando a salir ahora. De repente mi móvil se ilumina justo a mi lado. Es un mensaje de Caleb con una foto que no consigo distinguir hasta que la abro.

"¿Te gusta? Porque a mí me encanta. ¡Somos perfectos, no me fastidies!"

Pd: ¿Cuándo vuelves? Se me está haciendo eterno, cariño

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Pd: ¿Cuándo vuelves? Se me está haciendo eterno, cariño.

El corazón empieza a bombear fuertemente contra mi pecho al leer su mensaje y al ver la foto. No puedo evitar sonreír de oreja en oreja.

—¿Qué te ha dicho Caleb? —Canturrea mi amiga acercándose a mí, le presto mi móvil para que vea la foto y el mensaje que me ha puesto —¡WoW! ¿Habéis ido a alguna gala de premios o algo? 

Suelto una carcajada ante eso.

—No no, en absoluto. Una noche, hace unos días, llovía mucho y había tormenta y sabes que odio las tormentas, no puedo con ellas —Elena asiente —. Lo llamé y para distraernos me sugirió la idea de vestirnos como si nos fuésemos de gala: yo me puse un vestido de mi tía y él se puso un traje. Nos hicimos muchísimas fotos, esa nos la hicimos con el espejo de mi habitación. 

—¿Le gusta mucho la fotografía?

—Sí. Siempre está haciendo fotos y a mí también.

—Realmente salís los dos guapísimos. Me gusta este chico para ti —concluye dándome el teléfono y a continuación le respondo. 

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