Capítulo 21 - ¿Puedes venir?

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ANNIE EVANS

Finalizo el beso besándolo castamente. Mis ojos se encuentran con los suyos y me muerdo el labio con timidez al ver un cierto brillo en sus ojos. Enseguida siento como mis mejillas se sonrojan. Caleb se limita a sonreír y me aparta el pelo que cae sobre él poniéndolo detrás de la oreja.

—¿Siempre has sido así de tímida? —asiento detenidamente mientras Caleb pasa su dedo pulgar por mi mejilla —. Me encanta cuando tus mejillas se vuelven rojas.

—No me digas eso porque me pondré como un tomate —digo tapándome la cara con las manos provocando que él se ría. Me quito las manos de la cara y me río con él cayendo sobre él.

—Es tarde, creo que deberíamos coger la carretera y volver a casa, ¿no? 

—¿De verdad tenemos que volver? —Caleb asiente formando sus labios en una fina línea —. Ojalá y los días tuviesen más horas para alargar esto —suspiro mientras Caleb empieza a acariciar mi pelo —. Gracias por este día Caleb; por enseñarme todo esto, por distraerme, por hacerme reír —digo mirándole a los ojos —, necesitaba esto y olvidarme un poco de todo lo demás.

—No tienes que darme las gracias. Los dos necesitábamos esto.

Después de una breve pausa intercambiando miradas, me levanto de golpe y cojo el móvil para iniciar una última grabación antes de irnos. 

—Toma —digo ofreciéndole mi móvil a Caleb.

Él lo coge y hace una señal diciéndome que ya está grabando.

—Hola de nuevo —sonrío —. Este sitio es el último que vamos a grabar por hoy; es un parque precioso se llama Villa Durazzo-Pallavicini

Caleb deja de enfocarme a mí para intentar grabar parte del lugar donde nos situamos ahora y poco después me vuelve a enfocar, entonces prosigo:

—Como habéis podido ver, es precioso. En realidad, todo Génova es precioso y me muero por seguir descubriendo cosas de Italia. 

Finalmente, me acerco a donde está Caleb y cojo el móvil enfocándole a él.

—Y ahora Caleb, di unas palabras.

—¿Es necesario? —pone los ojos en blanco tirándose el pelo hacia atrás.

—Muy necesario.

—Ummm… bueno, la verdad es que me ha gustado mucho volver aquí y recordar viejos tiempos. Es un placer para mí poder enseñar todo esto a Annie y poder compartir momentos con ella aunque a veces seas un poco insoportable —abro la boca con incredulidad —. No, ahora enserio: gracias por el día de hoy y espero que me dejes seguir conociéndote —dice guiñándome un ojo y corto la grabación.

—Y el insoportable eres tú, no yo —digo recogiendo el gorro del césped.

—No es verdad, tú eras una arisca cuando nos conocimos.

—El arisco eras tú. No querías hacer el trabajo conmigo porque supuestamente no domino bien el idioma y sé perfectamente hablar italiano.

—Está bien, está bien… dame el gorro, anda.

—No —replico.

—Annie… —dice con poca paciencia.

—Si lo quieres, tendrás que alcanzarme —digo mirándole de una forma inquisitiva y él me mira algo alucinado, camina hasta mí y antes de que pueda cogerlo aparto el brazo y empiezo a correr.

—¡Sabes que te voy a coger! Lo sabes, ¿verdad?

La gente nos mira mientras corremos pero me da igual. Es un parque, uno puede hacer lo que quiere y además absolutamente nadie me conoce. Y cuando menos me doy cuenta, Caleb me ha alcanzado y me ha cogido a lo saco de patatas mientras le reclamo que me baje. 

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