♛ S E I S ✏

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—Solo quiero asegurarme una última vez que sabes que esto es completamente innecesario

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—Solo quiero asegurarme una última vez que sabes que esto es completamente innecesario.

Martina blanqueó los ojos con aburrimiento.

—Tengo una compañera que se droga los fines de semana y otra que va a carreras ilegales, deberías adorarme por el hecho de que mi deseo es tener un trabajo simple y honrado.

—No necesitas trabajar.

—Sé que no lo necesito, pero quiero hacerlo. El próximo año seré mayor de edad, luego tendré que ir a la universidad y luego vivir mi propia vida, no quiero depender siempre del dinero de mis padres.

—Pero de momento no es...

—Te amo, Andy, pero entre tú y mis padres me hacen sentir una inútil porque quieren hacer todo por mí —interrumpió—. Solo son dos horas esta y la otra semana, luego será medio tiempo, ganaré bien y no haré daño a nadie, punto.

Le sonreí rendido; sabía que no iba a hacerla cambiar de opinión. Estaba estacionado en el amplio espacio frente al almacén Villa Deporte —que nombre más tonto—, lugar donde ahora Martina iba a jugarlas de adulta responsable. Estábamos justos de tiempo y ella se dispuso a bajarse. Los días helados empezaban a acercarse y al abrir la puerta del auto una ráfaga fuerte de viento entró, ella se caló más su chaqueta.

—Te esperaré acá. Dos horas pasan volando.

—Deberías irte, te aburrirás.

—Estaré bien. Traje frituras, música y mi asiento es reclinable.

—Como quieras. Te veré a las seis entonces.

Cerró la puerta y bajé la ventanilla antes de que se alejara.

—¡Martina! —Mi hermana giró y se agachó un poco para verme—. Estoy orgulloso de ti.

Sonrió y asintió para sí misma; la miré hasta que entró en el almacén y como había dicho, recliné mi asiento para quedar recostado. Había una cafetería a solo media calle y aunque moría por un café caliente, la pereza me ganó y me quedé en mi lugar, poniendo en la radio la emisora local que ya empezaba a transmitir música navideña a mitad de noviembre.

Martina había hablado con mis padres con el discurso de "ya soy una adulta y quiero que no me traten como a una niña" y cuando la propuesta fue buscar un empleo y no ir a fiestas alocadas los fines de semana, ellos aceptaron gustosos.

La ayudé buscando en los clasificados del periódico y algunos de internet, pero ninguno me parecía digno, antes de enviar currículums a los sitios probables yo iba a esos lugares y no me gustaban: una cafetería en un barrio indecente, una tintorería donde el hombre allí gritaba mucho, un alquiler de películas donde había un empleado que miraba a las clientas como un pervertido y un puesto de comida rápida asqueroso donde juro que vi cómo el cocinero se rascaba el trasero y luego tocaba la comida.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora