♛ V E I N T I C U A T R O ✏

37.2K 4.8K 1.9K
                                    

Nuestra relación con Maddie no nació únicamente por su amistad con Martina o el capricho conmigo; la cordialidad entre nosotros resultaba casi obligatoria dado que sus padres eran buenos clientes de los míos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nuestra relación con Maddie no nació únicamente por su amistad con Martina o el capricho conmigo; la cordialidad entre nosotros resultaba casi obligatoria dado que sus padres eran buenos clientes de los míos. Los de ella eran dueños de una franquicia reconocida de ropa que se extendía a más de veinte almacenes a lo largo del país y los míos eran abogados y quienes manejaban cualquier tipo de trámite que ellos necesitaran a nivel profesional o personal.

Los años de relación laboral entre ambas familias habían forjado un vínculo de amistad también muy fuerte entre ellos, por lo que no era para nada sorprendente llegar a veces y encontrarlos, con Maddie incluída, en mi casa.

Esa mañana de martes cuando bajé de mi habitación cerca de las once, la primera cara que hallé al terminar las escaleras, fue la suya. Le sonreí igual que siempre y ella ondeó su mano hasta que me tuvo a un palmo de distancia, entonces me besó la mejilla como acto rutinario.

—¿Cómo estás, Maddie? —pregunté con gentileza.

—Muy bien. Contenta de que ya casi llega Navidad.

—Estamos a más de dos semanas.

—Eso es cerca para mí —aseguró—. ¿Quieres ir a caminar por ahí un rato? Hace una mañana bonita dentro de tanto invierno.

Mi sonrisa medio incómoda junto con un asentimiento fue mi única respuesta así que caminé hasta la puerta con ella pese a tener en realidad hambre y querer desayunar. No fue precisamente una elección de placer o complacencia el decirle que sí, fue más de conveniencia; escuchaba en el comedor las voces familiares de sus padres y los míos y aunque los señores Leiton eran las personas más amables del mundo, siempre que nos veíamos sacaban sus insinuaciones bromistas de lo buena pareja que haríamos su hija y yo, indirectas que entre risas y chistes terminaban por resultar incómodas ante la nula atracción que una relación con ella me daba.

Maddison se colgó de mi antebrazo con amabilidad y no me quejé, solo quería terminar con el paseo matutino y de ser posible escaparme para meterme a casa de Alicia hasta que los Leiton se fueran de mi casa.

—Ya que estamos en vacaciones podríamos ir algún día por ahí a tomar algo —propuso, con su voz dulce de convencer hasta a Dios de alguna oferta—. Un café, o un trago.

—Le diré a Alicia y cuadramos algo para salir todos.

Salirse por la tangente es de cobardes... y de personas que lidian con Maddie, es ley de vida.

Me había enterado de que Maddie tuvo roces desagradables con Martina luego de la salida a la pista de hielo un par de semanas atrás, y eso sin contar el choque que de por sí Alicia y yo tuvimos con ella, me hicieron suponer que al menos un poquito de vergüenza tendría ante su propia actitud.

Obvio, me equivoqué.

Maddie vivía en el presente únicamente; lo más seguro era que el incidente de la pista de hielo no fuera para ella un incidente en sí, sino solo un mal día, algo que olvidas al cabo de un par de horas porque no fue importante en absoluto. Esa conclusión llegó a ofenderme un poco, especialmente porque para mi hermana sí había sido importante y no en un buen sentido; ya había restaurado su amistad con la pegajosa, pero era un mal trago que debía llevar de todas maneras.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora