♛ T R E I N T A Y S E I S ✏

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Luego de la tercera rociada de perfume, me dije que era suficiente, que si me ponía más iba a asfixiar a Isabel

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Luego de la tercera rociada de perfume, me dije que era suficiente, que si me ponía más iba a asfixiar a Isabel. Me miré en el espejo, recordando con diversión la vez que me arreglaba para la pista de hielo un par de semanas atrás y Alicia dijo que solo me ponía decente por el crayón de ojos bonitos.
Esta vez Alicia no estaba, pero lo de arreglarme para la de ojos bonitos sí era cierto.

Me miré una última vez casi a las ocho y busqué las llaves para irme, llegaría con tiempo a buscarla y esperaría que cualquiera de los planes que saliera escogido, funcionara bien. En casa no había nadie por el momento así que no tuve que despedirme, solo salí con la chaqueta puesta, los nervios en el bolsillo y me subí a mi auto.

A medida que me alejaba de casa, mi sonrisa se expandía de pensar en Isa, me tenté de acelerar, pero las calles estaban algo heladas y era mejor ir con prudencia. Saliendo del vecindario pasé junto a la casa de Maddie, donde era más que obvio que había fiesta, los autos rodeaban la casa, la música se salía por las ventanas y el ir y venir de gente por la entrada principal —en distintos niveles de estabilidad— dejaban claro que ya llevaba varias horas la celebración pseudo navideña con gente que empezaba desde las cinco de la tarde. Seguí de largo sin siquiera considerar detenerme ahí.

Recordaba el camino hacia la casa de Elías de aquella noche en que Isa estaba drogada así que no me era difícil buscar cómo llegar; miré el reloj del panel frontal del auto, eran las ocho y diez, iba perfecto de tiempo. Me detuve en un semáforo, la música suave del radio me hacía menear los dedos sobre el volante y miré en el asiento del copiloto el caramelo grande de leche que le había llevado a Isa porque asumí que le gustaría.

Justo cuando arranqué de nuevo, sonó una llamada en mi teléfono que también estaba en el asiento del copiloto. Miré de reojo y vi que era James, pero decidí ignorarlo, seguro de que no era nada importante. La llamada se perdió, pero de inmediato entró otra, también la ignoré. Ya a la tercera me dije que la insistencia de James quizás era para decirme algo con urgencia, así que me detuve un par de calles antes de llegar para poder contestar:

—Hola, James. No sé si te lo dije, pero hoy es mi cita con...

Andy... —Su voz sonaba sumamente quebrada y quité la sonrisa de inmediato—. Andy... yo...

James, ¿qué pasa? —El corazón se me aceleró porque su tono era casi agonizante—. ¿Dónde estás?

Yo... te necesito. No estoy bien... y... Martina... Andy...

—¿Dónde estás? ¿qué le pasa a mi hermana?

Estamos en casa de Maddie... ven, por favor...

¡Martina, James, háblame de Martina! ¿Está herida?

Yo ya había arrancado de nuevo en dirección contraria, puse el altavoz para seguir hablando.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora