♛ T R E I N T A Y O C H O ✏

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Tenía a Alicia al lado, callada, pero con esa ansiedad que produce una conversación seria cuando se avecina

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Tenía a Alicia al lado, callada, pero con esa ansiedad que produce una conversación seria cuando se avecina. Destellos de la noche anterior me llegaban a la mente y no sabía cómo sentirme al respecto, no estaba enojado, no estaba triste, tenía más una mezcla de lástima, decepción y compasión de su situación.

Caminamos juntos por varios pasos, yo metí mis manos en los bolsillos y ella se colgó al hueco de mi brazo contra mi pecho. No me era posible ocultar que no estaba bien con lo ocurrido, aunque quisiera, no podía decirle "todo está bien, lo entiendo, olvidémoslo". No me nacía.

—No sé si te debo una explicación o una disculpa —murmuró luego de un rato.

Esa noche era para mí la más helada en varias semanas, sin embargo no tuve intención de detenerme, sentarme o entrar a algún local a buscar calidez. Yo quería seguir andando, distraer los nervios en el movimiento de avanzar hacia adelante y Alicia no parecía dispuesta a objetarlo así que solo seguimos caminando.

—No me debes nada, Alicia, esto no se trata de mí.

—Lamento que me hayas visto así, Elías.

—No, Alicia, el que te haya visto o no es irrelevante. Ya te dije que no se trata de mí, sino de ti... —Las palabras me raspaban la garganta como si estuvieran hechas de lija. Me era incómodo hablarle al respecto, sentía que era un tema tan íntimo que no debía entrometerme, pero al tiempo, el amor que sentía por ella hacía que también fuera de mi incumbencia. Tuve que tomar valor del aire helado para hacer una pregunta—: ¿Haces eso con frecuencia?

Tardó en responder, y pese a que su voz salió baja y culpable, fue sincera:

—Con la suficiente para que sea un problema.

—¿Por qué lo haces?

La vi de reojo, pareció encogerse de hombros y chasquear la lengua. Hizo más presión en el brazo que me sostenía, pero fingí no notarlo, supuse que lo había hecho sin intención.

—El tiempo que duró mi relación con Oscar lo tengo algo difuso en la mente porque menos del veinte por ciento de ese tiempo estuve sobria —confesó—. Recuerdo lo importante: lo que sentía por él, la sensación de poder que llegaba cada vez que me mostraba algo nuevo con lo que sentirme feliz, la intensidad de cada encuentro, el dolor de su pérdida y luego... la dañina creencia de que al consumir lo que consumía con él, percibía menos dura su ausencia.

—¿Te sientes bien cuando lo haces? —pregunté en automático.

Quería respuestas, justificaciones mal proyectadas en ella. Quería razones lógicas para dañarse voluntariamente y ser feliz con ello. Se me hacía imposible pronunciar las palabras "te drogas", así que las evadía, era como si pronunciarlas fuera a abrirme un vacío en el pecho que no deseaba.

—En ese preciso momento sí. Cuando estoy colocada y el tiempo que eso dura, el cuerpo es otro, la mente se separa y todo parece ser maravilloso, idílico. Lo malo viene después. No sé si alguna vez te has embriagado mucho con alcohol, pero al otro día la resaca es de dolor de cabeza y tal vez sensibilidad a la luz, ¿sabes? Con las drogas... es similar, pero a eso le sumo culpa, odio a mí misma, asco de hacer lo que hago, dolor, impotencia. La resaca no es solo física, se enreda en las entrañas y las estruja y... —Su voz se ahogó, supe que iba a llorar si no lo estaba haciendo ya, pero no tuve el valor de voltear el rostro para comprobarlo, solo seguí andando con la vista al frente— y en ese momento me prometo no volver a hacerlo, me prometo ser más consciente, no joderme así.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Where stories live. Discover now