♛ T R E I N T A Y S I E T E ✏

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La primera en despertarse fue Martina

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La primera en despertarse fue Martina.

Lo supe porque escuché desde la cocina un quejido de su parte, me asomé para mirarla, ella movía su cabeza en todas direcciones, quizás intentando sin éxito recordar cómo había llegado allí. Cuando vislumbró a Alicia a su lado, la noté suspirar de alivio y en su recorrido visual, me encontró a mí, se sonrojó, pero le hice señas de que no despertara a los otros dos, así que se levantó para llegar a la cocina. Estaba descalza, desaliñada, claramente confundida y con los gestos faciales de una mala resaca.

—¿Estás enojado? —me preguntó para empezar.

—Estoy de muchas maneras en este momento, pero enojado no es una de ellas. ¿Qué recuerdas de anoche?

Se recostó contra el mesón del lavaplatos y cerró los ojos con fuerza, como si la luz le incomodara, o como si recordar le incomodara más. Aguardé en silencio y cuando decidió hablar, en su tono no había firmeza, solo vacilación dolida:

—Yo llegué a la fiesta y me encontré con Maddie, no estuve mucho rato con ella porque al poco tiempo llegó Alicia, así que me dijo que la acompañara mientras su novio llegaba. Cuando él llegó, fui al baño, luego salí y me encontré con unos amigos y de la nada un chico se me acercó a hablarme. No le vi nada malo, lucía amable, carismático... —Martina detuvo su relato y chasqueó la lengua, como si de repente se diera cuenta de que había cometido un error al ver al desconocido como carismático. Mi mandíbula se tensó al oír que lo pronunciaba—. Me trajo una bebida, ya me había tomado varias iguales antes, no le vi problema... yo... qué estúpida fui...

Sus ojos se mojaron y se abrazó a sí misma. Hice acopio de la paciencia que tenía para no explotar en rabia —no contra ella sino contra la situación— y poder responderle:

—No fue culpa tuya, Martina.

—No debí haber bebido... yo ya estaba algo ebria cuando él me abordó.

—El licor en tu cuerpo no es una invitación a que te lastimen de modo alguno. No fue tu culpa, métete eso en la cabeza. Tu único error anoche fue pecar de confiada, no puedes, nunca, recibirle un trago a un ser extraño, a alguien que no conoces, no importa si es carismático, apuesto o si te endulza el oído.

Sus dedos se crispaban sobre sus propios brazos, no me miraba ni de reojo, apenas parpadeaba con expresión de que ese simple acto le dolía físicamente. Cuando llevó una de sus manos a su cara, noté que le temblaban, luego, con voz entrecortada, me preguntó...

—No recuerdo nada luego del mareo... ¿cómo... cómo me encontraste...? Andy... ¿yo... él... hicimos algo?

—No. James llegó tras de ti y alejó a ese tipo de ti, le dio una paliza, según dice. Él me llamó a pedir ayuda. —Sentía como si un tallo lleno de espinas me estuviera ascendiendo por la garganta, tuve náuseas, pero no podía dejar de decirle a Martina la verdad—. Te encontré sin blusa y con el pantalón desabrochado. James llegó a tiempo.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora