6. Otro Día

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<<Otro día, la misma mierda>> No es más que mi mantra de toda la vida. En esa simple frase se resumen cada una de mis mañanas que siempre empiezan con la alarma de mi celular desatando ese maldito sonido infernal para despertarme. ¿Y si me quedara todo el resto del día en la cama? ¿A quién en la casa le interesaría? ¿Acaso a mamá? ¡No! Seguro ella ha de estar en su trabajo desde hace un buen rato. Su mente se pierde en las "infinitas responsabilidades" que implican ser la representante diplomática de Colombia en Norte América, por lo que jamás tiene tiempo ni para su familia. Y ni qué decir de mi padre que luego de salir del trabajo no tiene vergüenza alguna de engañar a mamá con cada tipa que se le cruza por enfrente de los ojos. Siempre me he preguntado si mamá se hace la idiota respecto a ello, dado que el infeliz de mi padre habla por celular a viva voz con esas zorras. Ni siquiera tengo que pegarme a la puerta de su habitación para oír perfectamente el lugar y la fecha donde se verán. ¿Acaso ese es el precio que pagar por mantener "unida" a tu familia? No comprendo a mamá. La única explicación -con sentido alguno- es que ella todavía ni lo sospecha. La gran pregunta con la que fantaseo cada vez que oigo a mi padre decirle a mamá <<Te amo, Maga. No solo eres la madre de mis hijos sino la compañera con la que quiero pasar toda mi vida>> es qué sucederá el día en que todo se desate. ¿Por fin Bruno y yo viviremos solo con mamá? ¿Ella sería capaz de perdonar a nuestro padre? ¿Acaso nosotros estaríamos de acuerdo con el seguir viviendo con ese hombre que jamás ha respetado a su esposa ni a sus hijos? Quizá, debido a que mamá se desvive por su trabajo es que ella cree haberse casado con el hombre perfecto. Si tan solo se dedicase un poquito a oír a sus hijos descubriría tantas cosas que suceden en este infierno al que debo de llamar hogar.

Definitivamente, le confesaría que por culpa de mi padre es que probé las drogas hace casi dos años atrás y antes de que me diese cuenta ya no podía separarme de las "mejores amigas" que jamás había soñado tener. Cuántas veces me he planteado la dantesca posibilidad de cambiar los hechos y regresar a esa medianoche en que sucedió el incidente en Capitol Hill. El escándalo hubiese resultado tremendo, habría decepcionado a mamá, pero las cosas serían muy diferentes esta mañana y todas las anteriores. Sin embargo, Dallas tenía que aparecer como mi ángel guardián esa noche para salvarme -así ello le implicase cargar con una injusta culpa que ella jamás mereció-.

¿Cómo mi vida pudo cambiar por completa en estos efímeros dos años? No había cumplido ni los quince cuando mi mundo se vino abajo debido a que al único hombre que creía admirar ciegamente me decepcionó para siempre ese anochecer en Meridian Hill Park. Al menos con mamá todo siempre ha sido muy diferente: jamás ha estado cuando más la hemos necesitado. La semilla de la decepción creció dentro mío desde el principio y nunca espero nada de ella. Aunque el proceso de aprendizaje fue más espantoso de lo que hubiese deseado. Recién cuando cumplí los trece, mamá se enteró por pura casualidad que su hija ya menstruaba. <<¿Y por qué jamás me lo dijiste?>> aún puedo oír perfectamente esa vocecita de sorpresa y disgusto brotando de sus fruncidos labios. Me hubiese encantado decirle que ella jamás presta atención a nada de lo que sucede en mi mundo, pero con los años aprendí a evitar esas infinitas discusiones en las que tu mamá tiene el superpoder de nunca aceptar el haberse equivocado en sus decisiones -por más incorrectas que sean estas-. Así que lo único que pude hacer fue "confesarle" -ella lo tomó como un secreto- que desde hace dos años ya me venía la regla y quien me explicó todo sobre eso fue Dallas (en ese tiempo mis padres todavía aprobaban nuestra amistad). Pese a todo ello, todos mis días siguen siendo la misma -o peor- mierda de siempre, y lo seguirá siendo mientras mamá crea que con traerle buenas calificaciones de la escuela es suficiente para sentirse como una madre responsable y correcta con sus hijos.

- ¿Estás despierta? ¿Puedo entrar? -exclamaba la voz de mi hermano detrás de la puerta de mi habitación logrando ahuyentar las tinieblas que abruman mi mente cada mañana.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now