42. El Pecado de Chlöe

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No podía dejar de temblar. Todo se había tornado descontrolado en solo cuestión de segundos. Mis dientes se apretaron con fuerza a la vez que soltaba con lentitud el aire que me asfixiaba por dentro. Mis pestañas pesaban como dos toneladas de acero, no pude evitar cerrar los ojos y atrapar mi labio inferior entre los dientes mientras su risita se expandía por toda la penumbra de la madrugada. El corazón me palpitaba como loco en contraste de la tranquilidad con la que Chlöe besaba mis pechos. A su boquita le encanta juguetear al besar pues arrastra los labios con lentitud haciendo que el beso sea eterno y ardiente. Supongo que me sonrojé al darme cuenta de que mis dedos estuvieron sujetando con tanta fuerza a las sábanas. ¡Sí! Mi clímax resultó ser tan inesperado y placentero que de nuevo me dejé llevar por el éxtasis que solo la pasión de mi novia saber desatar en mí. Quizá mis defensas cayeron muy rápido, pero ¿qué más da? Tenemos toda una vida juntas para seguir haciendo travesuras.

Jamás nadie había tenido un efecto magnético sobre mí como el que Chlöe despierta con sus besos y caricias. Mi cuerpo volvía a sufrir de espasmos ante la peligrosa travesía que su lengua había comenzado a marcar a lo largo de mi cuerpo hasta llegar a los principios de mi vientre. Sin embargo, ya habían sido demasiadas emociones de un sábado por la noche y ambas lo sabíamos. Así que dejé de enredar mis dedos entre sus largos cabellos castaños -que pronto volverían a lucir muy cortitos porque ya poseen la longitud necesaria para ser donados- y deslicé a mis uñas con ternura a lo largo de su suave rostro, aún sin atreverme a verla, pero sentir sus besitos sobre mi palma derecha me provocaron carcajadas antes de que ella se echase a mi lado y me besara con todo su amor.

¡Por supuesto que NO! Jamás permitiré que otra mujer que no sea Chlöe me acaricie y mucho menos me bese. Mi alemana no solo tiene atrapada a mi pasión sino algo mucho más importante: ella es el ángel al que le regalé mi corazón. Ser arropada bajo sus cálidas y segura alas me reconforta todas las noches, y, el encontrarme con la dulzura de su mirada por las mañanas es un regalo caído del mismísimo cielo.

No nos decimos nada. De a pocos mi ritmo cardíaco se ha ido relajando, pero seguimos sin pronunciar palabra alguna. Mis pupilas echan chispas en el aire al chocar con las suyas bajo la tenue luz de la lámpara. Mi cuerpo se estrecha entre sus brazos que se cierran alrededor de mi cintura, pero sin querer -¿o fueron las ganas de no detener las travesuras?- mis piernas se entrelazaron con las suyas y un ligero vaivén entre nuestros cuerpos volvía a excitarnos.

¡Qué suerte que mañana no hay trabajo! Gritó mi alocado corazón mientras el fuego avanzaba sin piedad con sus largas lenguas abrasadoras que lo reducían todo a cenizas vaporosas de placer ígneo.

Hicimos el amor toda la madrugada hasta que el cansancio mismo nos terminó consumiendo. Lo curioso fue que nuestras travesuras comenzaron sin querer. Luego de haber disfrutado de una romántica cena en Capitol Hill, yo había tenido una pesadilla a mitad de la noche dado que se volvió en una constante la escena del intento de suicidio de Cristina. Esta es la quinta vez que me sucede esta semana, aunque ya hayan pasado varios días desde aquella horrible tarde. Sí, mi novia tiene razón con eso de que debo ir a terapia. Lo que no sabe es ya he pasado por largas sesiones al lado de un psicólogo hablándole de mi vida, y lo único que logré fue esconder bajo la alfombra las cosas que no me gustaban. De cualquier manera, "gracias" a esa pesadilla fue que cerramos la noche de la mejor manera luego de una abrumadora semana laboral que nos privó de disfrutar de nuestro primer 14 de febrero como novias.

¡Sí! El trabajo fue la pareja ideal hace dos días para ambas. Ocurrió una emergencia con uno de los pacientes de Chlöe ese día, así que ella estuvo ausente hasta pasadas las diez de la noche. Mientras que, por mi parte, las reuniones con los ejecutivos no se han detenido y desde que a mi jefa se le ocurrió enfermarse, he tenido que asumir nuevas responsabilidades. ¡Y sin la magia organizativa de Dallas! Ella está tomándose unos días de descanso médico obligatorio luego de recibir cinco puntos de sutura en la palma de su mano. ¡Sí! Sus propios padres le han prohibido que vaya a trabajar por si surge alguna complicación con el profundo corte que tiene. Todavía me hace un poco de gracia el haber recibido un correo donde me preguntaba si necesitaba ayuda en algo, pero con toda mi fuerza de voluntad le tuve que decir que no.

No seré tu PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora