48. Nuestra Número Uno

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Innumerables veces había deseado jamás tener que cerrar mis ojos, desconectarme de la embriagadora realidad del mundo para sumergirme en pegajosas tinieblas de las pesadillas que asolaban a mi vida. Sin embargo, ahora lo único que anhelo es tener suficiente tiempo para soñar en universos irreales, de los más locos e incoherentes que puede crear la imaginación.

¿Qué ha cambiado en mi vida para pensar así? Simple... ¡TODO!

Hace exactamente un año atrás, mis deseos eran tan "positivos" como el hecho de ser tragada por la tierra y nunca volver a salir de su interior. Nunca de los nunca imaginé que aquella soberbia chica de cabellos rubios platino y ojos celestes terminaría siendo la razón de mi felicidad. Ana Paula tuvo la difícil tarea de romper con mis eternos prejuicios, pero lo logró luego de tantísimas discusiones y lágrimas de por medio. Gracia a ella es que mi mundo dejó de ser blanco o negro haciendo que llegaran los colores mediante una lluvia de alegrías. Aún me parece increíble el haber logrado exorcizar a mis indeseados amigos llamados "miedos". El amor no solo te cambia, sino que te fortalece como persona. Bueno, solo el correcto amor, aquel que es correspondido porque ahora y siempre el amor es de dos.

Intento volver a hilar el extraño sueño que estaba teniendo, pero mi imaginación está en blanco. Prácticamente no recuerdo nada. Supongo que ello es una señal de que la mejor opción es escapar de la comodidad del sofá y estirar los músculos para desperezarme. ¡Vaya! ¡Qué flojera! ¿Dónde quedó la Chlöe incansable? Eso es lo que me pregunto cada vez que me quedo dormida a media tarde. ¡Uy! ¿Serán los años? Chilla mi perspicaz conciencia entre risitas, después de todo, hace unas semanas cumplí los 29 años. Ni siquiera estoy en la base tres, pero mi cuerpo se esfuerza en hacerme creer que sí.

Un par de largos bostezos -nunca tan parecidos como los de hipopótamo que hace Paula-, picor en mis cansados ojos y algunos inaudibles murmullos sobre qué debo de pedir vacaciones fueron mis acompañantes durante los primeros dos pasos que di en el estudio antes de casi perder el equilibrio y caer al suelo.

¡Yep! Acababa de encontrar uno de los carritos de carrera faltantes de nuestra hija. ¿Cómo llegó hasta aquí? Una pregunta sin respuesta, supongo. Aunque imagino que Faith debió lanzarlo por debajo de la puerta mientras gateaba por el pasillo. Giro el juguete entre mis dedos, y una sonrisa nace en mis labios al intuir la alegría de nuestra pequeña cuando se lo devuelva. ¡Sí! Toda la casa se ha convertido en casi un campo minado debido la cantidad de juguetes que flotan por el suelo. Incluso, Duquesa tiene problemas para correr sin tropezar pese a su agilidad felina, pero ello queda en el olvido cuando juguetea con nuestra pequeña. La gatita es la compañera de aventuras que Faith necesitó desde que aprendió a gatear con destreza por todos los rincones de la casa. Nunca imaginamos que ambas se llevarían tan bien.

Con cuidado termino de dar los pasos necesarios para salir del estudio, siempre con un ojo sobre el suelo alfombrado, y con prisas busco a la pequeña culpable de que mi corazón se acelere como alitas de colibrí debido a la emoción de ser su mamá. Las risitas de Faith entremezcladas con sus "ma, ma, ma" me hacen cambiar de dirección hacia la sala. Allí las encuentro a las dos jugando con el set de dinosaurios de goma que tanto divierte a nuestra pequeña. Ana Paula hace gruñidos al tiranosaurio Rex, antes de que este ataque haciéndole cosquillas a Faith.

Decido no interrumpirlas. Es demasiado hermoso ver una escena tan única como esta. Ser mamás nos ha cambiado más allá de cualquier expectativa que tuviéramos en los últimos meses, incluso, cuando a fines de mayo nos dijeron que la adopción de Faith ya era un hecho. Sin lugar a duda, el principal cambio en ambas ha sido descubrir la otra cara del corazón: el amor de ser madres. Es un amor indescriptible y complicado de tan solo imaginarlo en palabras, pero muy fácil de sentir en todo momento: siempre queremos saber qué le sucede a Faith, incluso mientras está dormida, ¿con qué crees que esté soñando, Chlöe? ¿los bebés tienen pesadillas?, son las preguntas que nos hacemos antes de dormir. Aunque también hemos aprendido -en contra de nuestra voluntad- a dormirnos cuando Faith lo hace, es decir, de día y no de noche. ¡Uy! Ni qué decir los escalofriantes silencios que ocurren de vez en cuando en la casa, es la señal más clara de que algo malo puede estar pasando con la traviesa de nuestra hija. Claro que con ello también nos ha llegado el don de predecir las caídas, en especial, Ana Paula es una experta en ello: "Ahora le doy la razón a mi mamá que siempre nos decía 'se van a caer de ahí' y terminábamos llorando luego de caernos". Es cierto que le está costando más tiempo del promedio sostenerse en pie y aprender a caminar, pero que Faith siga en tratamiento para que sus músculos recuperen la falta de tonificación, no implica que nuestra bebé no sea traviesa. ¡Todo lo contrario! ¡No la podemos detener! Es rapidísima con el gateo, pero nada comparado con su alegría cuando se vuelve en una sirenita al lado de Paula dentro de la piscina. Aún habrá que esperar unos tres años para enseñarle a nadar, pero tengo el presentimiento que le encantará seguir los pasos de su mamá.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now