15. Mila Ivanova

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Siempre creí que no existía una persona más exigente que Martin durante los entrenamientos previos a una competencia internacional, pero la alemana me dejó sin aliento luego de la tercera sesión de ejercicios que tuvimos este último sábado de agosto. Literalmente me llevaba al límite con simples rutinas para mi brazo y pierna sana, pero claro que todo se desarrollaba bajo su atenta mirada para no llegar a sobreexigirme y terminar en una indeseada lesión extra.  ¡No existía magia de recuperación! Chlöe no es una hechicera que cura los huesos rotos y los músculos desgarrados con el aleteo de una varita mágica. ¡Todo es trabajo duro y disciplina! 

Me gusta pensar que Chlöe es tan ruda con el entrenamiento debido a que he seguido apareciendo con mis princesas por la casa durante estos últimos días. Sin embargo, la razón me murmura que la capitana Marvel es demasiado profesional como para dejarse llevar por sentimientos de venganza o cosas así (¡he visto demasiadas series!). Además, ella ya me había advertido sobre su doble personalidad dentro y fuera de las horas de trabajo. Esas sesiones se volvían eternas dado que yo era la única que intentaba entablar una tenue charla, sin embargo, ella se limitaba a oír mi largo monólogo sobre cualquier tontería que se me cruzaba por la mente en esos momentos. Incluso, hasta ahora no sé en cuál clínica está trabajando ya que creí que lo estaba haciendo en el George Washington University Hospital, pero luego de haberlo visitado esta mañana para tener mi primera rehabilitación con electricidad -resultó ser menos atemorizante de lo que suena- me di cuenta que allí nadie la conoce. ¡Ah! Y como nuestra convivencia como roomies nació marchita pues no hay forma de averigüar detalles sobre su vida privada. ¡Maldita cláusula! 

Más de una vez oí a mis amigas del colegio y universidad cuchichear sobre chicos que en el físico no eran la gran cosa, pero ellas afirmaban que un "aura de misterio" los rodeaba y eso las atraía. Nunca acepté esa idea, pero con Chlöe parece estar resultando ser cierta. Cada tarde debo morderme la lengua para evitar preguntar sobre cien mil cosas que me carcomen de curiosidad. ¿Acaso a ella no le interesa saber quiénes son mis princesas? Incluso, ayer me visitó una princesa que actúa en Hollywood y es muy conocida -solo tomamos el brunch en el jardín-, pero la chica de metal no se inmutó en lo más mínimo. <<Es la primera vez que una desconocida no me pide algún autógrafo o selfi>> confesó mi princesa luego de saludarse con Chlöe.

Lo bueno de esa visita fue confirmar que el problema no soy yo -bueno, no del todo- sino que la señorita Müller es imposible de sorprender con las galas de la fama.  Cómo olvidar la nueva condición que agregamos hace dos días al contrato personal que tenemos: "Prohibida cualquier mención pública sobre nuestra relación paciente-fisioterapueta". Eso se debió a que quise publicar un story en mi Instagram sobre mi intenso entrenamiento y Chlöe al notar que ella salía en el corto video, se enfadó muchísimo. No hice ninguna pregunta respecto a su negativa, Raphaela ya me había puesto de sobreaviso de que lo mejor era llevar la fiesta en paz durante estos meses con mi fisio luego de contarle a más detalle sobre la especial personalidad que esta posee.

De cualquier manera, si he logrado sobrevivir esta primera semana con la alemana supongo que el resto será igual o más fácil de sobrellevar -en todos los sentidos posibles-. Mañana es mi día libre, así que probablemente saldré a visitar a una de mis antiguas pinky friend y vecina que tuve durante mi etapa escolar hasta que tomamos caminos separados debido a la universidad. Ella se vino a esta lejana ciudad para estudiar medicina y yo me quedé en Santa Bárbara. Aunque la verdadera razón de su pronta mudanza fue que se embarazó apenas a los 19 años y sus padres echaron el grito al cielo -más por el escándalo que por otra cosa-. Contra todo pronóstico, ella se casó y logró terminar la carrera médica en el tiempo previsto como si nada hubiese sucedido. 

¡Cosas de la vida! ¡Nunca te dejan de sorprender!

Así como estar perdiendo el tiempo en mi celular hasta casi el límite de aceptar chatear con alguna de mis princesas que tanto hostigan a mi WhatsApp con sus incesantes mensajes -¡muy rara vez contesto!- hasta que mis ojos parpadean muy deprisa al leer el nombre de ella. Mila Ivanova es de las poquísimas personas a las que nunca hago esperar cuando me escriben. Charlar con ella es tan inusual como ver una estrella fugaz durante un día soleado. Lo cual no implica que hayamos dejado de ser amigas, pero ambas nos conocemos lo suficiente para saber cuándo es el momento preciso para perdernos en una marea de largos mensajitos y stickers.

No seré tu PrincesaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang