31. Hidrofobia

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Diez años antes...

¡El almuerzo había estado muy rico!

La frescura del Cobb Salad acompañado de los rollitos californianos -con toque oriental- provocaron chispas de delicia en mi lengua. Pero más allá de la comida, lo que me encantó fue disfrutar una tarde de sábado con Jö y su familia. Ni en mis mejores sueños creí posible que sus padres no cambiarían su forma amable y atenta de ser conmigo. Luego del beso que le di a su hija durante la premiación -en frente de tantísima gente que pertenece al distinguido círculo social- supuse que se molestarían al menos un poco.

¡Por suerte no fue así!

Es curioso que tanto sus padres como los míos consideren que nosotras ya somos novias. ¡Sí quiero ser su novia! Esa sería mi felicidad plasmada en la realidad. Sin embargo, ninguna ha dado todavía ese paso. Quizá solo estamos esperando el mejor momento para hacerlo o pensamos que la otra es quien se declarará primero. Imagino que los corazones son quienes deciden a qué velocidad ir. Los nuestros sienten que por ahora estamos bien así. Además, no tener la "etiqueta" de novia no quita el hecho de poder besarnos a cada rato.

¡El beso de setiembre lo cambió todo!

Ahora andamos de la mano cuando paseamos por la orilla del mar en Playa del Este durante las puestas de sol que lucen tan anaranjaditas, compartimos el mismo helado o nos abrazamos luego de susurrarnos lo mucho que nos amamos. Una noche, luego de nadar en la piscina de su casa, nos quedamos pensando en cómo fue que nos enamoramos. ¿Cuál fue ese punto de quiebre que nos mostró que nuestra amistad ya no nos era suficiente para vivir? y ¿cuándo sucedió? Hicimos memoria, nos esforzamos en recordar cada escena en que nos sentíamos tan bien de estar al lado de la otra, pero seguimos sin encontrar respuesta. <<Por naturaleza el amor es ilógico, Paula. ¡Por eso es especial!>> fue la conclusión a la que llegó Jö.

¡Tiene razón!

Para qué buscarle explicaciones. Simplemente, conoces a alguien y te enamoras: ¡eso es todo! Es cierto que conocí a Jö hace siete años, pero las personas cambian, el tiempo ayuda a eso, y en algún punto de mi vida descubrí que estaba enamorada de mi mejor amiga: la chica que lo sabe todo de mí y eso hace que nuestra relación -de casi novias- sea única. Cuando estoy preocupada no se lo tengo que decir, ella lo deduce con una sola mirada, me pregunta si me puede ayudar. O cuando estoy triste, sabe que necesito espacio, así que espera a que yo le cuente mis problemas.

¡Lo nuestro es perfecto!

Aunque estoy muy segura de que el mundo jamás lo entendería. Solo me basta con observar lo que sucede en la escuela. En este par de meses mi popularidad ha crecido exponencialmente sin desearlo ni quererlo. Sí, ser amiga de Elena ayudó bastante, sin embargo, cuando el chisme de que Erick Edevane quería ser mi novio recorrió los pasillos, ya no hubo manera de detener mi ascenso a la "fama escolar". Las chicas me preguntan cómo había hecho para enamorar al más guapo del high school. Jö reía cada vez que eso sucedía, y yo no sabía qué decir para escapar de ese incómodo momento. Si todos supieran que mi corazón susurra de amor por el de Jö, apuesto a que nadie lo creería posible. Me verían como a un bicho raro porque estoy "desperdiciando" a Erick por una MUJER. Quizá esa es la razón por la que nuestras muestras de afecto están limitadas a cualquier lugar menos a los límites de la escuela. Allí jamás nos decimos bebé ni amor, ni mucho menos contacto físico impropio para unas buenas amigas.

¡Y ello no es una queja! Estoy contenta de la forma en que llevamos la relación, quizá cuando seamos novias esas cosas cambien. La escuela se volverá un avispero, pero ¿qué importa? Lo último que deseé era ser la popular de primer año.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now