24. Discúlpame

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10 años antes

La tensión a mi alrededor podía ser cortada perfectamente con un cuchillo de mantequilla, sentía a mis dedos muy resbalosos -pese a los guantes- y las gotitas de sudor habían formado un océano bajo mi rostro. ¡La medida tiene que ser perfecta! Ni un mililitro más ni un menos. Una vez que vertí el agua destilada en la muestra mi corazón respiró lleno de alivio durante un instante. El siguiente paso indicado en la guía era secar la muestra con sulfato de sodio hasta obtener la muestra acuosa... Supongo que soy la única que se toma muy en serio el laboratorio de biología, ya que a mi alrededor lograba oír el bullicio de bromas y murmuraciones entre el resto de los estudiantes. Con muchas ganas suspiro de satisfacción al obtener un extracto idéntico al que el profesor muestra en frente de la clase.

Soy la primera en levantar la mano. Mr. Richards se acercó a observar mi muestra de clorofila y luego de unos segundos me dio su visto bueno: "Puntos extras en su informe por ser la primera en terminar con la sesión de laboratorio, señorita Córdova" exclamó con una amplia sonrisa aprobatoria. ¡Casi di saltitos de emoción!, pero logré evitarlos. Es la primera vez que acababa un laboratorio sin el incondicional apoyo de Jö. Sin mucha prisa fui dejando limpia la mesa de trabajo, lavé los instrumentos de medición y mezcla antes de tomar mi mochila y salir a disfrutar de estos minutos libres que me gané con esfuerzo.

Toda esta mañana estuve con una gran presión en el pecho ya que me sentía muy insegura de lograr terminar el laboratorio sin la presencia de mi amiga. Lamentablemente, esta asignatura optativa no la pudimos llevar juntas, ya que el horario de la optativa de español se cruzaba con mi entrenamiento de natación. ¡Sí! Las dos amábamos "hacer trampa" llevando español como lengua extranjera pese a que sabemos hablarlo de manera muy fluida. Así que entre elegir taller de teatro o laboratorio de biología mil veces prefiero lo segundo.

¡Un cuarto para las once de la mañana! Susurré sorprendida al ver la hora en mi celular. ¡Oh my Gosh! ¿Cómo pude terminar tan rápido? En mi mente creía que solo faltaban cinco minutos para entregar la muestra. Ahora que lo pienso, eso explicaría la mirada de sorpresa en el resto de mis compañeros. Además, yo era la única que realizó el laboratorio sin pareja - dado que rechacé la alternativa de hacer grupo de tres-, ahora creerán que soy una "cerebrito" en la asignatura. ¡Jö no me creerá cuando se lo cuente!

Acababa de terminar de cruzar el pasillo del ala este del edificio de high school; y solo me faltaba recorrer el sendero de asfalto que recorre los alrededores del jardín principal para llegar a la biblioteca cuando oí unas risitas escandalosas venir en sentido contrario. Hubiera preferido evitar que se dieran cuenta de mi presencia, no porque me caigan mal, sino que sin Jö jamás me sentiría segura de hacer las cosas más simples del mundo como charlar.

- ¡Ana Paula! ¡Qué sorpresa! -chilló María antes de estamparme dos besos en el rostro al estilo español-.

- Hola, chicas -respondí de la forma más calmada posible ante la efusividad de Elena y María-. No sabía que tenían horas libres los viernes.

- ¡Es lo único "bueno" de ser de segundo año! -ironizó la rubia-. Tenemos seminarios de investigación, pero nos separan por grupos para presentar nuestros temas y avances ante los profesores cada viernes. ¡Es un infierno!

- ¡Ni que lo digas! ¡Te corrigen todo! ¡Hasta tu forma de pararte y hablar quieren que sea perfecta!- añadió María frunciendo sus labios- ¡Te envidiamos, Ana!

El consejo que me dio Jö hace unos días para no quedarme en silencio ante Elena y sus amigas fue siempre decir lo que pienso, pero adoptar una expresión seria y luego matarme de risa: <<Eso funciona el 90 por ciento de las veces. ¡Confía en mí! Y si te quedas sin tema de conversación, pregúntales sobre su último viaje o qué hicieron ayer luego de clases. ¡Y siempre ríete de las tonterías que digan por más aburridas que te parezcan!>>.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now