25. Nunca me Perdiste

4.6K 342 80
                                    

Ninguna de las dos había considerado el hecho de que la casa no poseyese calefacción para los meses de invierno hasta estos gélidos momentos. Paula acababa de hablar con su hermano sobre aquello y la respuesta nos resultó divertida "los Blake se iban al sur a pasar estos meses de frío". La instalación de la calefacción para todas las habitaciones tardaría entre cuatro a cinco días, pero lo malo era que ello se alargaría dado que estamos en fin de semana. En realidad, para mí no existe problema alguno sobre el clima invernal norteamericano, pero no puedo decir lo mismo sobre mi amiga que parecía un cubito de hielo tiritando cada mañana en que amanecía la ciudad a unos tres grados de temperatura.

Lo peor de todo es que mis malos presagios se estaban materializando con el pasar de los días: Ana Paula no dejaba de estornudar y, aunque no me lo decía, se notaba que tenía un fastidio en la garganta cada vez que comía. "Soy alérgica al frío. No te preocupes, Chlöe" era su simple respuesta cuando mi atención recaía en sus inequívocos síntomas de un inminente resfriado. En cierta forma, Ana Paula parece una niña caprichosa que nunca te dirá lo que siente, a menos que sea por iniciativa personal. Quizá por esa razón es que se lleva tan bien con Galina. ¡Ah! Todavía resuena en mis oídos la voz chillona de la hija de Camila diciendo a los cuatro vientos que Ana y yo somos "novias". ¡Vaya imaginación de los niños!

- ¿En qué piensas Chlöe? Estás sonriéndole a la nada -exclamó Paula al terminar de darle un largo sorbo a su chocolate caliente-.

- Pues en nuestra pequeña amiga en común -respondí con gracia-. Creo que se iba de viaje la próxima semana, ¿no?

- Sí, Camila me comentó que asistirán al matrimonio de una prima en San Diego. ¡Qué suerte tienen de escapar del frío!

Sus mejillas parecían de porcelana por el color tan pálido que habían adoptado, lo cual me enternecía y -a su vez- tentaba a abrazarla para contagiarle mi calidez corporal. Ni los dos suéteres y el abrigo de plumas de ganso lograban ahuyentar la sensación ártica que le recorre por toda la piel.

- Lo tuyo sí que es serio, Paula. Pero seguro que se te pasara cuando toda la casa tenga la calefacción instalada. Por cierto, ¿cómo le haces para nadar sin morir de frió?

- ¡Fácil! En el agua soy una sirena. Las sirenas podemos vivir en los más profundos y oscuros océanos donde no llega ni un rayito de sol.

Su explicación me produjo unas deliciosas risas, pero más allá de eso la supe entender pues definitivamente el agua es su elemento. ¡Cuánto debe de estar extrañándola! Pero ya la próxima semana empieza diciembre, es decir, la penúltima visita a la clínica. Allí le realizarían un extenso y completo chequeo a su pierna enyesada para saber si a fines de ese mes le quitarían o no el yeso.

Uno fuerte estornudo cubierto por su brazo me sacó de mi ensoñación al activar todas mis alarmas. ¡Mierda! ¡Qué chica tan obstinada por no querer ir al médico! Es obvio que está resfriada.

- Antes... que me digas algo... -exclamaba entre pequeños estornudos- No estoy enferma ni me siento mal. Solo es por el cambio de estación, Chlöe. Te lo aseguro.

- Digamos que te creo. Prométeme que no te automedicarás.

- ¿Por qué lo haría? -preguntó con la mirada traviesa como si la hubiera atrapado haciendo planes.

- Quizá porque Camila no estará en la ciudad por varios días ni tampoco yo. Así que quiero que te cuides mucho, por favor.

Su mano abandonó el calor de la taza de conejitos donde tomaba su bebida y atrapó a la frialdad de las mías.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now