33. El Regreso de la Sirena

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Dos semanas antes...

Jamás estuvo entre mis planes decirle "te amo, Ana Paula" la mañana de Navidad. Incluso, desde ese día mi corazón se lo ha cuestionado muchas veces: ¿De dónde nació el impulso que lo cambió todo? Es cierto que sus besos y abrazos como regalo fueron algo muy especial que me conmovió de sobremanera, pero hubo algo más que me llevó a ese punto sin retorno de abrir mis sentimientos una vez más y con la persona menos pensada. Apuesto a que si le dijese a Ana Paula que tenía pensado romper con nuestra relación de "más que amigas" desde que se fue a California, ahora mismo no se lo creería. Seguro que se reiría de la peor broma que le he podido hacer.

Sin embargo, esa fue la cruda decisión que tomé luego de despedirnos en el aeropuerto. Una vez que me entregó su collar supe que tomar caminos distintos era lo más saludable para mi corazón. Estaba enamorándome hasta lo más profundo del alma. La fotografía que le regalé no era por Navidad sino un recuerdo de lo que pudimos haber tenido si nos conocíamos bajo reglas de juego distintas. Anhelo saber qué fue lo que cambió para que mi necio corazón terminara aceptando al suyo. ¡En verdad la amo! Solo que todas mis reglas cambiaron en un instante y sin explicación coherente.

¿Por qué quise terminar con el romance de la noche a la mañana? Lamentablemente, para eso sí tengo suficientes razones que le den sustento. La más importante es que sigo siendo una cobarde que no resistiría que el mundo la señalase como la "culpable" de haber roto el compromiso de matrimonio con Adrien. Sí, es estúpida esa idea, pero sería lo primero que saltaría a los medios cuando se esparciera la noticia de que la famosísima Ana Paula Córdova tiene novia oficial. Los periodistas escarbarían en mi vida hasta sacar a la luz cosas que prefiero que sigan en el pasado. Ser una figura pública me da náuseas. Todo lo que he logrado fue gracias al esfuerzo que le imprimí a mis estudios y trabajo. Jamás nadie me ha regalado nada, y tampoco deseo que la gente me vea con ojos de admiración debido a ello.

No comprendo cómo es que Ana Paula puede manejar la ansiedad de que todos te estén viendo en cada momento. Cuántas veces hemos salido a caminar por el parque y al menos uno de sus fans se le ha acercado para pedirle una foto. El otro extremo de la vida pública son los escándalos exagerados y malintencionados como lo de año nuevo. Luego de verla tan mal -para alguien como ella que está acostumbrada- decidí que mi vida no puede estar ligada a ser blanco de noticias. Está bien, seamos novias, pero dudo mucho poder aceptarlo frente a otras personas.

¿Acaso es mi culpa pensar así? Si esta mierda de sociedad se encargó de construir prejuicios segregadores en todo lo que hagas, y, en especial, en lo que tenga que ver con tu vida privada. Si mañana una fotografía donde me beso con Ana Paula empezase a dar vueltas por las redes sociales, lo primero que dirían es que yo soy una mujerzuela que se vino a Estados Unidos para serle infiel a su prometido. Mientras que el idiota de Adrien tendría vía libre para casarse con mi hermana, ya que el terminaría como la víctima que buscando consuelo se enamoró de la mademoiselle Léa Müller. Es casi como que todas las personas tuviesen un chip que les indica que, si una pareja terminó su compromiso, y la mujer es la primera en conseguirse otra, ella será tildada como una perra sin sentimientos, mientras que el hombre representaría la superación ante las adversidades y hasta lo felicitarían por conseguir una nueva pareja tan rápido.

Duras, pero justas: así son las reglas de juego.

¡Qué risa! Esa sería la forma menos dolorosa de haberle explicado a Ana Paula por qué estábamos rompiendo esa mañana de Navidad -o quizá días después, pero de todas maneras lo iba a hacer-. Luego le diría que cuando regresase a Washington ya no me encontraría en la casa ni en el país. Hay tantas cosas que todavía no le digo... una de ellas es que el contrato que tengo con Nike tenía la opción de terminarlo una vez que ella esté recuperada. Estuve muy tentada a hacer una llamada rápida a la señorita Stones, dejarle el camino libre como tanto anhela, volvería a Lyon para continuar con mi vida. Quizá permitirme la oportunidad de enamorarme otra vez luego de años, ¿casarme?, ¿tener hijos?, ¿perdonar a mi hermana? Gracias a mi sirenita de ojos del cielo mis preocupaciones y decisiones equivocadas se diluyeron esa mañana. Y una semana después yo estaba pidiéndole que seamos novias. Solo era cuestión de tiempo para que mi pesimismo pasase de largo -y con el menor número de víctimas mortales- hasta que mi lado sentimental floreciera en una dulce primavera en medio del invierno.

No seré tu PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora