13. Acuerdos y Desarreglos Amicales

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Durante mis días en California, Martin había intentado de todas las formas posibles que yo les prestase atención a sus largas explicaciones sobre los atractivos y bendiciones que vivir en la villa de Chevy Chase aportaría a mi recuperación. ¡Claro! No existe nada mejor para una hermana que hacerle perder la paciencia a su hermanito mayor que se cree un sabelotodo. Sin embargo, sí que averigüe por mi cuenta en qué consistía este barrio atestado de snobs donde ninguna casita de "cuento de hadas" posee una valorización menor a los dos millones de dólares. ¡¿Quién se gastaría semejante suma de dinero?! Quizá la pregunta correcta sería ¿por qué no hacerlo? Cualquier familia soñaría con residir en una pequeña y relajante comunidad de poco más de 200 casitas que lucen casi de juguete. Según lo que leí -y espero que sea cierto del todo- además de las residencias de estilo campestre, no hay más que un restaurante muy lujoso en toda la sección cinco del barrio: no existen los supermarket, grocery stores ni -mucho menos- algún bar cercano que le restarían belleza al armonioso equilibrio de mi nueva ciudad en miniatura. ¡Paz! ¡Paz! Eso es lo único que necesitaba saber sobre Chevy Chase.

- Me da mucha curiosidad el motivo de tus alegres sonrisas -comenté con cautela a Chlöe que no me dejaba de observar con disimulo desde que entramos a la casa-.

- Exactamente esa es la respuesta, Ana Paula: curiosidad -mis cejas se alzaron al no quedarme para nada claro su respuesta, pero esa risita encantadora me derretía sin desearlo ni evitarlo-. Tu expresión está llena de curiosidad desde que entramos.

- ¡Ah! Era eso... Resulta que el interior de la casa está mucho mejor de lo que me imaginé durante todos estos días. No puedo evitar sorprenderme por la decoración.

Me adelanté a explicarle a Chlöe que jamás me atreví a ver ni una foto de los interiores de la casa del amigo de mi hermano. <<Amo las sorpresas y las primeras impresiones>> exclamé encogiéndome de hombros, pero con eso último logré robarle otras risitas a mi capitana Marvel, ya que las primeras impresiones son nuestras peores enemigas.

- Te juro que no sé ni el apellido del dueño de la casa -susurré al fijarme en las hermosas bailarinas de cristal que decoran la mesita de centro en la sala de estar.

¡Cada una posee un rostro propio! Detalles, detalles, ¡detalles! Soy amante de esas pequeñeces que enaltecen a lo común hasta niveles inalcanzables. ¡Y Chlöe tiene muchos!

- Supongo que hablas de los Blake. Hice mi tarea estos días -atajó a decir con un dulce brillo de orgullo en la miel de sus pupilas- y me hice amiga de la representante del vecindario. La señora Darkhorse fue quien me entregó las llaves y me hizo el tour por los alrededores. Estoy segura de que no te aburrirán los paseos que te programaré. Todas las calles son arboladas y hay muy lindos porches que admirar.

- Gracias, Chlöe, por ahorrarme esa aburrida presentación vecinal tan al estilo americano. Lo último que desearía mi primer día es tener una cita para tomar el té con toda la legión de vecinas que se entusiasman por las recién llegadas a su barrio.

- ¡Exactamente eso sucedió! -chilló envuelta de alegría-. Conocí a las señoras Evans y Ward, y también a la señorita Graham durante una divertidísima tarde de té.

- Oh my God! No me digas que estamos obligadas a ser parte del "aquelarre del té".

Había sido una broma un tanto cruel sobre las vecinas, pero Chlöe se destornilló de risa por un buen rato mientras que mis sentidos se negaban a dejar de observarla. Esas expresiones eran genuinas a más no poder. La mayor parte del tiempo, las personas que me rodean son fanáticas en demostrar que cada cosa que digo o hago les agrada, pero sé que mi fisio no es así, y si ahora mismo está casi llorando de risa es porque en verdad lo siente.

No seré tu PrincesaWhere stories live. Discover now