NUESTRA ES LA FURIA | Pesada es la corona y, sin embargo, ella la usa como si fuera una pluma. Hay fuerza en su corazón, determinación en sus ojos y la voluntad de sobrevivir reside en su alma.
Ella, eres tú
Una guerrera, una campeona, una luchadora...
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Era muy temprano por la mañana cuando el frío era más intenso y ningún rayo del sol se asomaba en el cielo. Todos se encontraban en absoluto silencio en honor a los caídos durante la batalla, pero entre ese mortal silencio se escuchaban los sollozos de dos reinas. Daenerys lloraba amargamente la pérdida de un gran amigo y compañero, un hombre que la había aconsejado por largo tiempo: Barristan Selmy siempre se mostró leal a su reina y lo fue hasta el último momento. Por otro lado, Lena Baratheon no podía contener sus lágrimas al estar frente al cuerpo de su fiel amiga; Osha siempre fue considerada parte de su familia, y por eso mismo dio su vida para defenderla. Fue Robb Stark quien la vio caer y quien levantó su cuerpo soltando una que otra lágrima. Nadie pudo cuidar del pequeño lobo mejor que ella. Amo a ese bebé y dio su vida por él.
En la mano de la Reina en el Norte se hallaba un dije de una flor dorada que simbolizaba aquel lugar lejano que Osha nunca pudo llegar a conocer, y lo colocó entre sus manos.
— Estamos aquí para despedirnos de nuestros hermanos y hermanas, de nuestros padres y madres, amigos...—hablo el Rey en el Norte dando unos pasos al frente— De los hombres y mujeres que hicieron a un lado sus diferencias para luchar y morir juntos para que otros puedan vivir. Todos en este mundo tenemos una deuda con ellos que jamás podremos pagar. En nuestra memoria vivirán por siempre, nunca serán olvidados. Que sus almas descansen por toda la eternidad.
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El Maestre Luwin abrió la puerta cuando se escucharon tres golpes al otro lado de ésta. A la habitación ingresaron Robb, Lena, Sansa y Jon, pues eran los que se mostraban más interesados al respecto.
— ¿Cómo está? —preguntó la Reina dirigiéndose al anciano.
— La herida es profunda, como era de esperarse, pero sanará. —explicó con tranquilidad— Tiene posibilidades. Por ahora está estable.
— ¿Podemos verlo? —indagó Sansa bastante ansiosa, Luwin asintió y ambas se apresuraron a ir con él. Los que se mostraban un poco más dubitativos eran Robb y Jon.
Theon se encontraba recostado sobre la cama, con su torso descubierto debido a los vendajes del maestre. Sus labios estaban secos, su rostro pálido y sus ojos algo llorosos cuando vio a los presentes.
— Gracias a los dioses. —expresó Sansa abrazándolo con sumo cuidado.
— ¿Ganamos? —preguntó débil, pues lo fue capaz de presenciar el final.
