NUESTRA ES LA FURIA | Pesada es la corona y, sin embargo, ella la usa como si fuera una pluma. Hay fuerza en su corazón, determinación en sus ojos y la voluntad de sobrevivir reside en su alma.
Ella, eres tú
Una guerrera, una campeona, una luchadora...
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Cuando Catelyn golpeó la puerta, sus manos temblaron. No estaba segura de cómo hacer esto, nunca espero tener que hacerlo. Pero la culpa no la dejaba estar tranquila, y eso fue lo que la motivó a estar de pie frente a su habitación en este momento. Del otro lado de la puerta podía escuchar una voz femenina, y no tardó en adivinar de quien se trataba.
Espero unos segundos hasta que finalmente la puerta se abrió mostrando el interior de la habitación y a un joven de cabello negro. Jon la miró como lo había hecho desde hace años; con cierto miedo y sin saber cómo dirigirse a ella.
— Lady Catelyn. —saludó cortes, con una ligera reverencia.
Catelyn inclinó la cabeza, porque al igual que él, no sabía cómo hablarle si no había reproches de por medio.
— Quisiera hablar contigo.
Por supuesto se mostró sorprendido. Tardó en reaccionar unos segundos antes de dejarla pasar. Cuando entró, Daenerys estaba ahí, con el ceño fruncido y nada calmada. Tal vez hubo una discusión antes de que ella anunciara su llegada.
— Lady Stark.
Ella sólo mostró una sonrisa. A pesar de las riñas entre ella y su familia, su educación le impedía ser grosera con la joven Targaryen.
— Lamento aparecer tan de repente. —dijo girándose hacía Jon.
— No tiene porque disculparse.
Daenerys miró seriamente a Jon. Estaba al tanto de los malos tratos que la Tully le había dado por años, aún así, él seguía tratándola con respeto.
— Me alegro que esté aquí, porque lo que tengo que decir es mejor que lo escuchen los dos. —dijo, ganándose las miradas confusas— Sé todo. Sé quienes son tus verdaderos padres, tal vez a los dos nos hubiera gustado saberlo antes. Pero no fue así, admito que actúe mal, que recibiste tratos que no merecías y lo lamento. No te pido que me comprendas, sólo quería disculparme por no haberte dado lo que necesitabas. Ned te amo, y mucho, como a su propio hijo.
Jon sintió un nudo en su garganta, más cuando escuchó el nombre del honorable hombre que lo crió, y que para él, siempre sería su padre.
— No hay nada que perdonar.
— Así que si quieres hacerle daño a alguien, házmelo a mi. Pero no a Robb, no a toda esta familia que te ha amado y te ha dado su confianza. —continuó. Luego se dirigió a la platinada— Lo que le pasó a su familia debió ser terrible, perder a su madre cuando aún era muy pequeña y tener que pasar una vida huyendo no debió ser fácil. Sé que no nos conoce mucho, pero no somos malas personas, al contrario, malas personas nos han hecho daño y nos han quitado mucho. Mis hijos han peleado por recuperar lo que les pertenece.
