2 | NUESTRA ES LA FURIA ♕ GOT

♔- LA GUERRA DE LAS REINAS

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43 | LA GUERRA DE LAS REINAS

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El trote de los caballos se hacía cada vez más rápido. Cersei había puesto al menos a la gran mayoría de su ejército a custodiar la Fortaleza Roja, mientras que la otra parte, se unió al frente con la Compañía Dorada.
Los krakens se enfrentaban en el mar; la flota de Yara Greyjoy se enfrentaba a la de Euron. Y pronto, los buques de guerra de los Martell se unían, siendo liderados por Ellaria Sand y las Serpientes de Arena.

El ejército avanzó y atacó ferozmente. La espada de la reina, brillaba con la luz del sol cada vez que la movía ágilmente y la sangre de los soldados, tan roja como sus capas y estandartes, salpicaba su armadura semejando los rubíes incrustados en su corona. No tardo mucho para que los cadáveres fueran quedando uno sobre otro.

Para los guerreros veteranos, era como ver revivir la leyenda de Robert Baratheon y lo terrible que era en el campo de batalla. Una bestia. Una tormenta que arrasaba con todo aquel que se cruzara en su camino. Su hija hacía todo honor a su leyenda.
Atravesó el pecho de un caballero de la Compañía Dorada, justo cuandoDrogon apareció en el cielo y convirtió en cenizas a la flota de Euron Greyjoy.

No tardaron mucho en entrar a la ciudad. Los habitantes de King's Landing corrían y gritaban completamente asustados, buscando refugio o un lugar donde pudieran evitar el peligro inminente en el que se encontraban. Pero Lena había dado previamente la orden, que ningún civil debía salir lastimado. Su guerra era contra Cersei Lannister, no tomaría vidas inocentes. La ciudad ya era suya.

— Debemos derribar las puertas. —dijo Oberyn, con la intención de dar la orden a los hombres a su cargo.

— Yo lo haré. —dijo Daenerys, bajando del caballo. Lena supo que usaría a Drogon para eso.

— No. —los detuvo— Podemos evitar más muertes. Sólo esperen.

Y mientras la batalla se llevaba a cabo a las afueras de la capital, en la Fortaleza Roja, justamente en el salón del trono, se encontraba el joven rey. Sin pronunciar palabra alguna, mantenía su mirada fija en las puertas del salón. Podía escuchar los gritos de sus hombres resonar en las paredes. La batalla estaba perdida, habían tomado la ciudad y el palacio no tardaría en caer, sólo un tonto se atrevería a negarlo a estas alturas.
Margaery estaba de pie frente a él, junto a su guardia personal.

— Tommen, ya no hay nada que hacer. —dijo Margaery, y las miradas incrédulas de los caballeros de armaduras doradas cayeron sobre ella— La ciudad cayó. Vendrán por nosotros.

El joven rubio suspiró. Todos los rumores que corrían acerca del rey eran ciertos; hace tiempo que nadie lo veía, pues ya no aparecía en reuniones o festejos, era su madre quien llevaba las riendas del reino; su aspecto era delgado y demacrado, dándole un aire enfermizo, casi no hablaba y la única que permanecía a su lado era la reina Margaery. Decían que una profunda tristeza albergaba en el corazón del joven león.

— Abran las puertas. —ordenó, con voz débil.

— Pero, majestad...

— Ya oyeron a su rey. —habló Margaery, con un tono más autoritario.

— El rey no tiene la capacidad de tomar decisiones de esa magnitud.

— Pero la reina si, así que te ordeno que abras esas malditas puertas.

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Cuando Euron logro salir del agua una vez que toco tierra firme, dos caballeros lo esperaban a la orilla, dispuestos a llevarlo preso y hacerle pagar por todos sus crímenes. Daenerys sería la más complacida, pues él fue el responsable por la muerte de Rhaegal.