NUESTRA ES LA FURIA | Pesada es la corona y, sin embargo, ella la usa como si fuera una pluma. Hay fuerza en su corazón, determinación en sus ojos y la voluntad de sobrevivir reside en su alma.
Ella, eres tú
Una guerrera, una campeona, una luchadora...
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Esta vida, es tan abrumadora...
De algún modo, Cersei recuperó rápidamente su característica actitud de superioridad, si esa chiquilla creía que iba a tenerla de rodillas suplicando, estaba muy equivocada. Arya abandonó el lugar luego de intercambiar unas palabras con la chica. Ahora sólo quedaban ellas. Solas. A merced de lo que los dioses decidieran.
La rubia pudo notar de inmediato la corona que ahora adornaba su cabeza; no tardo en imaginarse al más pequeño de sus hijos cubierto en sangre. Lena pudo percibir su angustia, y estuvo a punto de aclararlo, pero optó por no hacerlo. Quería que tuviera al menos una probada de su dolor.
— Eres una pequeña perra, ¿no es así? —dijo Cersei, apretando los dientes— Una maldita perra.
Lena esbozó una pequeña sonrisa, apenas visible.
— Supongo que lo soy. Soy tu hija, después de todo.
Hubo un largo silencio. Ninguna sabía qué decir exactamente, y aunque eran conscientes de que ya no era el momento para eso, sentían que debían hacerlo. Se retaban la una a la otra con la mirada; ninguna cedía, porque no estaba en su naturaleza hacerlo. Cersei le echo un vistazo a la espada que colgaba a un costado; la empuñadura dorada con un ciervo de adorno. Sintió su estómago revolverse al recordar a Robert blandirla con bastante orgullo.
— ¿Cómo será esto? —preguntó, un tanto burlona— ¿Con esa espada? ¿Cortarás mi cabeza? ¿O sólo rebanarás mi cuello de lado a lado? No te vez tan salvaje como para hacer eso.
Lena suspiro. Metió su mano a uno de los bolsillos de su vestimenta y sacó un pequeño frasco que cabía en su puño.
— Estuve pensando esto por mucho tiempo. Noches enteras sin dormir. —comentó— Consideré muchas opciones. Pensé en exhibir tu cabeza en los muros de la Fortaleza Roja como lo hicieron con Ned Stark, atravesarte el pecho como tu padre lo hizo con Robb. Daenerys propuso quemarte viva. —La rubia tragó al escucharla mencionar las opciones tan fríamente— Pero ella no tiene mucha visión al respecto. Falta de imaginación. Yo me considero más práctica. Así que...
Justo a un lado de la Lannister, se encontraba una pequeña mesa, ahí colocó el pequeño frasco que contenía un líquido rojo, casi negro. Cersei rió.
— ¿Veneno? —se burló alzando una ceja— ¿Un increíble victoria se basará en envenenarme? No es muy creativo de tu parte. ¿O es que acaso eres demasiado cobarde para mancharte las manos de sangre?
— Mis manos ya están manchadas de sangre. Digamos que lo considere casi poético. —dijo, sin mostrarse molesta por sus ataques— He hecho cosas terribles, algunas las órdenes, pero muchas de ellas fueron para proteger a mi familia o vengarla, como quieras verlo.
