NUESTRA ES LA FURIA | Pesada es la corona y, sin embargo, ella la usa como si fuera una pluma. Hay fuerza en su corazón, determinación en sus ojos y la voluntad de sobrevivir reside en su alma.
Ella, eres tú
Una guerrera, una campeona, una luchadora...
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La platinada mantenía sus manos cruzadas por delante, teniendo un aire calmado pero algo le decía que una tormenta se aproximaba al tener a Lena Baratheon frente a ella con esa expresión.
— Creo que ya te enteraste. —comenzó— Y supongo que estás aquí para hincar la rodilla.
— No. —respondió tajante.
— Oh, pues es una lástima. Creí que comenzábamos a llevarnos mejor.
Lena soltó una risa que no tenía ni una pizca de gracia, sus ojos eran como llamas que retaban al mismísimo dragón.
— Dime algo, ¿el cuerpo de mi esposo estaba siquiera frío cuando hallaste la forma de quedarte con estas tierras?
Daenerys frunció el entrecejo. No le gustaba la forma en que pretendía llamarle, no sería conocida como la usurpadora.
— Tal vez deberías dirigirte con más respeto a la legítima heredera, y también deberías considerar que jurarme lealtad es lo mejor para ti.
— ¿Y qué si no lo hago? ¿Me quemarás viva? —se mostró desafiante— Entonces hazlo de una vez, porque hasta ahora no ha llegado el día en el que piense arrodillarme ante ti. Tal vez conseguiste a Winterfell, pero Bastión de Tormentas no cederá ante una Targaryen
— Eso es considerado rebelión y traición. —advirtió, sonando más severa que antes.
— Entonces haz lo que debas hacer, sabes dónde encontrarme.
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Miraba a su alrededor, como si intentara buscarlo y encontrarlo en una esquina. Pero lo único que obtenía era el vacío, tristeza y melancolía. Lo único que la mantenía cuerda en ese momento era la escena de Joseph siendo perseguido por Grey Wind. Y una vez más, volvió a notar lo increíblemente parecido que era a él.
— No pareces realmente feliz de estar aquí. —comentó Jaime sentándose a su lado.
Lena soltó un largo suspiro negando con la cabeza.
— Nada es como antes. —dijo— Todo aquello que espere encontrar ni siquiera existe.
— Bueno, los señores del norte aún te siguen. —dijo, tratando de animarla.
— No si Daenerys o Jon dan su aprobación, algo que veo imposible.
¿Cómo se supone que fuera a la guerra estando sola? Martell y Tyrell estaban de su lado y el ejército Baratheon a su disposición, pero sólo un tonto creería que así podría derrotar a Tywin Lannister.
