"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Nightmare - Halsey
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No solo eran gritos. Eran lamentos, los cuales se hacían más altos a medida que pasaban los segundos. Eran desgarradores, lo suficiente para hacer querer a alguien arrancarse las orejas.
Fue ese el momento que despertó, como siempre lo hacía; con falta de aliento, la respiración agitada y sudor corriendo por su frete. Tocó su rostro con desesperación en ese instante, para luego mirar a los alrededores, aún con algo de miedo en su sistema. Siempre era lo mismo; se aseguraba de estar en su cama, y no en aquel horrible lugar de sus pesadillas. Si es que quería sobrevivir debería hacer nota mental de dormir solo una vez a la semana.
Soltó un suspiro de alivio al darse cuenta de que todo seguía igual, pero aquella calma se fue cuando sintió una precisión en la cabeza. Resaca. Algo a lo que jamás se acostumbraría sin importar el tiempo que pase.
Intentó estirar sus músculos, pero en el momento que sus brazos fueron hacia la izquierda fue que sintió una presencia en su cómoda cama. No tardó en levantar las caras sabanas, para encontrarse con un cuerpo desnudo a su lado. No pudo evitar blanquear los ojos. También debía hacer nota mental de botarlos antes de irse a dormir.
—Oye —dijo con la voz ronca, sin molestarse en aclarar la garganta. Su mano izquierda sacudió el hombro del cuerpo extraño, mientras intentaba recordar donde puso sus píldoras para la resaca —. ¡Despierta!
Aquel grito pareció bastar para que la chica despertara violentamente. Sus cabellos rubios estaban en diferentes direcciones, tenía algo de rímel corrido, al igual que el escandaloso labial rojo que adornaba sus labios. Los ojos de la extraña no tardaron en posarse sobre los suyos, para darle una sonrisa cansa. Blanqueó los ojos en respuesta, hoy no era un buen día.
—Oh, hola. Perdón, me quedé dormida y-
—Mira, podemos ahorrarnos esta incomoda conversación si es que tomas tus cosas y te vas —explicó, saliendo de su cama. Buscó su ropa interior en el piso, y una vez logró encontrarla se la puso, para volver a llevar su mirada hacia la extraña —. ¿Qué dices?
—Que eres un idiota —dijo la chica, para pasar a comenzar a recoger sus prendas del suelo. Solo se encogió de hombros; estaba acostumbrado —. Todos los hombres son iguales.
—Lo que digas. Cierra la puerta antes de irte —luego de eso se escuchó un portazo, haciendo que rechinase los dientes. Eso no ayudaba en nada a su dolor de cabeza.
Caminó descalzo hasta el pequeño bar de su penthouse, para servirse un vaso de agua al recordar la ubicación de sus píldoras. Luego de eso se aseguró de tomar un largo y relajante baño, en un intento de olvidar que día era hoy, pero al parecer eso era imposible. El recuerdo seguía fresco en su cabeza, atormentándolo después de todos estos años.
