"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Wildest Dreams – Taylor Swift
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Por primera vez, en todos estos años, en los que tuvo que verse obligado en estar en aquel club, no había gente. La música no sonaba a todo volumen como de costumbre, no había personas haciendo largas colas solo para poder pasar un buen momento, ni luces de colores iluminando el lugar. Estaba desierto.
No tardó en poner la guardia en alto ante aquellos detalles. Sus pasos eran lentos a medida que se iba adentrando al lugar, solo había una luz prendida, que apuntaba al piano en el centro de la pista de baile. Una tecla sonó, para que luego sus ojos se posaran en la persona tras el instrumento; fue ahí cuando vio una débil llama roja iluminar. Era Calum.
Ya más calmado se acercó hacia el demonio, aun con cierto sentimiento de confusión en su interior. Michael lo llamó para que lo encontrara aquí y vino lo más rápido posible creyendo que podría ser algo que tuviera que ver con el ángel de cabellos dorados, pero ¿por qué no estaba?
Solo estaba él. El demonio de piel oscura, cabello y ojos del mismo color. Parecía haber pasado una eternidad desde la última vez que estuvo tan cerca de su presencia.
Seguía cumpliendo con su labor de vigilar al demonio, pero mantenía su distancia. Solo lo observaba desde lejos, sin invadir su espacio o tener la necesidad de dirigirle la palabra. Algunas veces funcionaba, cuando este se encontraba algo ebrio o distraído coqueteando con los clientes para notar su presencia; pero cuando lo hacia sus ojos se iluminaban, o podía notar las llamas invadir sus manos. Y, se sentía mal.
Pero, no podía. No quería lastimarse a sí mismo con la idea de un final feliz si el demonio no era capaz dejarlo sacrificarse por él. Aún seguía dispuesto, a darlo todo por seguir su corazón por primera vez, sin importarle las consecuencias que esto llevara. Era la primera vez que sentía así, y no quería que aquel sentimiento se evaporara como las llamas de Calum cuando lograba mantener la calma.
Los ojos del dominio aun no estaban sobre los suyos, seguían mirando las teclas, mientras algunos de sus dedos las tocaban, sin ningún orden en específico. Se detuvo cuando llego al otro extremo del piano de cola, para luego recargar su cuerpo en este, y mantener la mirada en el ser. Seguía igual de hermoso como lo recordaba, y que aquellas llamas fueran lo único que pudieran iluminar su rostro, lo hacían ver más... inalcanzable.
—¿Has visto a-
—¿Michael? —lo interrumpió el moreno. Asintió, y fue ahí cuando los oscuros ojos se posaron en él —. No, pero imaginó que debió tramar algo. También me pidió que lo encontrara aquí.
—¿Entonces...? —con la mano derecha rascó su nuca, sintiéndose algo incómodo. ¿Tal vez debía irse? Si es que este era un plan de Michael para juntarlos, y él no estaba aquí, se suponía que se canceló, ¿verdad?
