XLII

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Angel – FINNEAS

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Frio.

Ese conocido frio, que se adentraba hasta sus huesos y recorría el resto de su cuerpo, dándole ese ligero escalofrió. No era un frio común como al que estuvo acostumbrado estos últimos años, era seco, como si pudiera tener... emociones. Un frio apático, lleno de dolor y sufrimiento, como hasta poder helarte la sangre (literalmente).

Fue eso lo primero que sintió cubrir su cuerpo. Pero, no tenía sentido. Debería estar muerto, posiblemente en aquel limbo donde las almas vivían como zombis y solo vagaban por el resto de la eternidad, sin emociones o algún recuerdo de sus otras vidas. O, peor, ni siquiera debería haber podido despertar. Solo... desaparecer. Entonces, ¿por qué estaba aquí de nuevo?

Se puso de pie cuando el dolor en su pecho se hizo menos agudo, hasta convertirse en una simple molestia que podía irse con el barrido de su mano. Miró alrededor, reconociendo el lugar a la perfección; las oscuras cavernas, las cenizas en el frio suelo, las estacas y el frio. Todo seguía igual.

Se dejó guiar por la pequeña luz que provenía desde lejos, adentrándose más en las entrañas profundas del lugar, hasta que los lamentos y gritos se hicieron cada vez más claros, resonando en las paredes como un eco. Eso siempre fue algo que odió, lo único que lograban eran hacer sus oídos sangrar por horas.

Una vez estuvo suficientemente cerca a la escena de donde provenían los gritos, se dio cuenta que no se trataba de un solo demonio, eran tres, disparando fuego con todas sus fuerzas hacia un punto en específico, mientras ángeles caídos volaban alrededor en círculos, soltando risas en formas de burlas hacia lo que sea que este bajo esas llamas. Hasta el momento, ninguno parecía notar su presencia.

—¡Oh, vamos, demonio! ¿Eso es todo lo que tienes? Créeme que si pudiera sacar fuego de mis propias manos lo haría mejor —dijo uno de los ángeles con alas negras, mientras seguía volando alrededor de la llama.

—¡Cállate, querubín! Todos en este lugar sabemos que los de su clase solo nos envían y darían lo que sea por tener nuestros poderes —se burló uno de los demonios, para después tirar una pequeña llama hacia una de las alas del ángel haciendo que su vuelo se hiciera inestable por unos segundos. El ser solo le sacó el dedo medio, y continuo con su vuelo.

—Cambio de turno, tenemos que encárganos de la rueda de fuego —dijo otro demonio, apagando lentamente sus llamas, para no tardar en ser seguido por los demás —. Ustedes, vigílenlo, que en un rato volverán los otros —agregó, viendo a los ángeles que volaban alrededor, uno de ellos asintió en respuesta.

Una vez los demonios se fueron del lugar, la llama de fuego que cubría al alma se fue apagan levemente, hasta llegar a perder todo su brillo. La figura de forma humano se veía calcinada, pero poco a poco su piel iba volviendo a la normalidad y sus heridas sanaban lentamente. Era normal, porque de eso se trataba, de un sufrimiento eterno, que jamás se detendría.

Heaven Is a Place On Earth ✦ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora