"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Take Me To Church – Hozier
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Primero fueron gritos, llenos de emoción, retumbando en sus oídos, que lo hacían sentir cierta adrenalina. Pero, esa emoción lo hacía sentir bien, como si estuviese perfectamente acostumbrado a aquello. Como si hubiese nacido para eso.
La imagen era difusa, pero podía notar los flashes de luces en su rostro, lo suficientemente fuerte como para querer cerrar los ojos, pero no lo hizo. Quería ver todo con más claridad, aunque su vista no fuera de gran ayuda.
Lo siguiente que pasó fue menos claro. Sintió un tambaleo, como si todo a su alrededor estuviera dando vueltas, y las luces comenzaran a moverse en diferentes direcciones, cosa que no tenía algún sentido. Sus pies seguían pegados al suelo, lo sentía, pero todo parecía ir en cámara lenta.
Intentó abrir la boca, ante la repentina sensación de querer decir algo. Solo que, no solo eran palabras comunes las que querían salir. Era como algo memorizado, como... un verso armonioso. Pero, fuera lo que fuese, no pudo salir. Su voz no funcionaba. Era como si hubiese piedras en el camino, que la hacían tosca y dura.
De ahí los gritos de emoción pararon, más bien, cambiaron. Ahora, eran abucheos, llenos de fastidio y molestia. Recuerda la presión en el pecho al escucharlas, y las lagrimas bajar por sus mejillas, acompañadas de un sentimiento pesado, como si hubiera decepcionado a millones de personas. Sintió sus piernas debilitarse en ese momento, como si fuera a desmayarse.
Y, despertó.
Fue repentino, con la respiración agitada, como si hubiera estado respirando todo este tiempo. Primero, le tomó algo de tiempo darse cuenta de donde se encontraba. Había unas finas sabanas cubriendo su cuerpo, lo cual lo hicieron darse cuenta de que no se encontraba al cual acostumbraba a estar; cosa que pudo confirmas al sentir una ráfaga de frio invadirlo, sensación que no era común de donde venía. Ahí fue cuando lo recordó.
Estaba en la tierra.
Pasó las manos por sus cabellos, soltando un bostezo a la vez. Sus ojos miraron alrededor una vez estiró sus adoloridos músculos debido al lugar donde pasó la noche. Estaba en la sala de un pequeño espacio. Había una mesa mediana, en frente del sofá en donde pasó la noche, y una pantalla plana en la pared. Televisión, escuchó de ellas en su última visita a la tierra.
Había pasado mucho desde que fue mandando en una misión a ella.
La mayoría de los ángeles empezaban su entrenamiento al tener que cuidar de un alma en este lugar, teniendo que mantenerse a su lado en todo momento, y guiarlo por el buen camino la mitad de su vida. Los primeros años de vida era muy fácil que estas almas fueran influenciadas por los demonios, amantes de las almas jóvenes, a los cuales también se les asignaban una para que intentaran llevársela con ellos al infierno. El trabajo de los guardines era muy importante, además de ser ese su pase para una estadía permanente en el cielo.
