"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Genesis – Dua Lipa
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Lo último que recuerda es el sonido de la bala siendo disparada invadir sus oídos, después todo era borroso. Hubo unos brazos, que lo estuvieron rodeando desde ese momento, los cuales también lo guiaron; porque, de una forma terminó dentro de una camioneta con un demonio al volante.
También, recuerda a la perfección escuchar el eco que provocaba la voz de Calum, quien por primera vez parecía estar preocupado; pero todo pasaba en cámara lenta. Su mirada se mantuvo todo el tiempo en su regazo todo el trayecto, hasta que acabó en aquel edificio; en la habitación del ángel caído.
Por su cabeza no pasaba nada, estaba todo completamente desordenado. Sus ojos miraban sus manos, llenas de sangre que seguían descansando en sus muslos. Se escuchaban pasos de fondo, y algunas voces; pero nada de eso lo hacia volver a la realidad.
Sangre.
Esa sustancia rojiza estaba esparcida por todo su cuerpo, lo sabía; sintió a la perfección las gotas caer en su rostro, y con cada segundo que pasaba solo las sentía impregnarse permanente en su piel y su mente.
El dueño de los pasos que estuvo escuchando desde que llegó se detuvo delante suyo. No lo vio, solo siguió viendo sus manos; estas temblaban, era como si... no tuviera alguna clase de control sobre ellas. Eso era, no tenía control.
Los ángeles necesitaban control. Ellos eran los encargados de mantener el control en los humanos, guiarlos por el buen camino y evitar el caos; pero ¿qué es lo que pasaba cuando lo perdían? ¿Cuándo ellos eran los causantes de aquel caos?
No lo sabía, y no estaba seguro de querer obtener una respuesta. Por primera vez, no quería respuestas; quería que sus dudas siguieran siendo solo suposiciones sin sentido, eso no haría que todo esto fuese real. No podía ser real.
Era un ángel, uno que perdió el control.
Fue en ese momento que unas manos se posaron sobre las manchas rojas de las suyas. Se atrevió a levantar la mirada ante ello, y ahí fue cuando se encontró con aquel color verde, el culpable de todo esto.
Pero ¿cómo podría culparlos? ¿Cómo algo tan bello pudo haberle traído tantas desgracias? Era... imposible. Esto no podía ser causa de él, era su culpa. La sangre estaba sobre su cuerpo, no podía haber otro responsable.
Una de las manos acarició la suya, para que otra fuera hacia su mejilla, la cual se encargó de dejar suaves caricias. El tacto era frío sobre su caliente piel, pero no le importaba; era la primera vez que sentía algo desde hacia horas.
—Todo estará bien, ángel; lo prometo —por alguna razón, creyó en aquellas palabras. Después de todo, ¿qué otra opción tenía? Era lo único en lo aun podía mantener su fe —. Fue un accidente; lo sabes, ¿verdad? —no movió algún músculo, pero sus ojos seguían sobre aquel verde, sin atreverse a perderlo de vista —. L-Luke, por favor, di algo, lo que sea.
