"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Tongue Tied – Youngblud
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—¿Estás seguro de que esta es la dirección? —preguntó por segunda vez. Su mirada estaba puesta en el gigante edificio, que estaba seguro de que tenía más de diez pisos. Se notaba que era bastante lujoso, casi todos los que rodeaban la zona.
—Calum conoce este lugar mejor que nadie, y si no quieres ver como su mano se llena de fuego no menciones algo sobre sus indicaciones, solo obedece —dijo el ángel caído, quien se encontraba caminando a unos pasos de distancia. Solo asintió, intentando ignorar su lejanía.
No recordaba demasiado bien cuando comenzó. Puede que luego de esa mañana que vio a Michael llorar por sus alas. Pero, luego de eso, pudo sentir como él comenzaba a alejarse poco a poco.
Habían pasado dos días desde el suceso, y por más que intentara no pensarlo, extrañaba tener el cuerpo del ser contra el suyo. Había decidido mantener su distancia, y lamentablemente eso implicaba no aparecer en la cama de este en medio de la noche, aunque su cuerpo de lo pidiera a gritos. Por lo tanto, estas noches no habían sido las mejores; para nada. Y, algo le decía que para el ángel caído tampoco.
Debajo de los ojos verdes había marcas negras, que resaltaban demasiado en la blanca piel. En su mentón había un poco de barba sin afeitar, solo ayudando a hacer notar su descuidada apariencia. No parecía el mismo Michael vio hacía unos días. Se veía igual que la primera vez que posó sus ojos sobre él al llegar a este lugar; un completo desastre.
Y, No. Por más que muriera por envolverlo con sus brazos, no lo haría. Se prometió a sí mismo alejarse, a menos que se trataran de asuntos relacionados con el pacto que establecieron. Porque, todo esto estaba jugando demasiado con su mente, y no podía permitir que eso siguiera. Necesitaba concentrarse si es que quería volver a su hogar. Porque, eso quería. ¿Verdad?
A veces, ya ni estaba segura de la respuesta. Pero, luego estaban las pesadillas. Las mismas que tenía cada vez que cerraba los ojos antes de irse a dormir. Esos gritos, que solo decían que necesitaba "seguir adelante", los mareos, el ardor en su garganta y las punzadas en los brazos. Cada día solo parecían más reales, haciéndole recordar que no pertenecía a este lugar. Al menos, ya no.
Pero, de ahí estaban esos ojos verdes, los mismos que lo miraban con cierto brillo, aunque se suponía que solo debía quedar oscuridad en ellos, como en los de cualquier demonio. No podía dejarlos. No quería. Todo era desastre, y lo debía solucionar.
Tenía que enfocarse, y mientras más rápido recuperara sus cadenas, sería más fácil salir de este enredo. Las necesitaba antes que su cabeza se dejara llevar por las tontas reacciones que obtenía en este lugar. Debía detenerlas, antes que dejara que esos "sentimientos" se apoderaran de sí.
